PROLOGO “La Enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”

Prólogo
Por Salvador Pérez
Estimadas compañeras y compañeros, el libro que en esta ocasión recomendamos leer, 'La enfermedad infantil', fue escrito por Lenin en el periodo posterior al triunfo de la revolución rusa, concretamente en abril de 1920 (el Apéndice del mismo, el 12 de mayo), con el objetivo de que sirviera para combatir las tendencias ultraizquierdistas y sectarias que existían en el seno de la Tercera Internacional (Internacional Comunista). La fundación de la Internacional fue el producto de la necesidad de organizar el Partido de la Revolución Socialista Mundial, tras la rápida y profunda degeneración, en vías nacional reformistas de la gran mayoría de los dirigentes de la Segunda Internacional (Internacional Socialista), que de forma abierta traicionaron todo el arsenal teórico del internacionalismo proletario que habían defendido toda su vida Marx y Engels y en cada país apoyaron a sus respectivas burguesías, apoyando en los parlamentos los créditos de guerra, en lo que supuso una clarísima violación de todos los acuerdos de los Congresos Internacionales, que posibilitó el comienzo y desarrollo de la I Guerra Imperialista, desde 1914 a 1918.
Sin lugar a dudas "La enfermedad infantil del 'izquierdismo'
en el comunismo" es una de las
obras más importantes de Lenin en su enorme contribución al marxismo. Quienes
deseen entender de verdad el método de Lenin tiene forzosamente que leer
atentamente este libro, el cual condensa en brillantes líneas generales toda la
experiencia del desarrollo histórico del Bolchevismo, desde su formación hasta
la toma del poder en octubre del 17. En
esta obra Lenin expone brillantemente el verdadero arte de las tácticas
marxistas y también algo fundamental, la estrategia como ciencia, en el
desarrollo de la lucha de clases.
"La historia en general, y la de las revoluciones en particular, es siempre más rica de contenido, más variada de formas y aspectos, más viva y más 'astuta'
de lo que imaginan los mejores partidos,
las vanguardias más conscientes de las clases más
avanzadas".
(La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo)
Aún a pesar de las décadas de mentiras del
estalinismo defendiendo la teoría anti leninista del "socialismo en un solo
país", que lo único que hacía era "arrojar tierra a los ojos de la clase obrera
mundial", lo cierto es que la Revolución de Octubre en Rusia fue vista siempre
por Lenin, y por el resto de los dirigentes del Partido Bolchevique, simplemente
como el punto de partida, de inicio, del proceso de la revolución mundial
socialista. La única verdad tangible es que todas las esperanzas de Lenin y los
Bolcheviques de mantener el poder soviético en Rusia, de consolidar y hacer
avanzar la revolución, radicaba en la perspectiva internacionalista del
desarrollo y el triunfo del proceso de la revolución socialista
internacionalmente, sobre todo en algún país avanzado económicamente de Europa,
especialmente en Alemania, Gran Bretaña o Francia, que pudiera acudir en apoyo
a la revolución triunfante en Rusia.
Esta perspectiva no era infundada, ni mucho
menos. Esta perspectiva se abrió paso con el inicio de procesos
revolucionarios, que comenzaron en los meses y años siguientes, en Hungría, en
Alemania, en Gran Bretaña, en China, y que situaban la situación en la
perspectiva correcta para evitar romper el aislamiento de la revolución rusa,
que era un país enormemente atrasado desde todos los puntos de vista:
económico, tecnológico, social y cultural. En última instancia el futuro de la
revolución proletaria rusa dependía enteramente de esta perspectiva, de la
extensión y el desarrollo de la revolución socialista en Europa. Ante ello,
Lenin, Trotsky y el conjunto de los dirigentes revolucionarios no tenían
ninguna duda y por ello una de sus primeras prioridades fue establecer y formar
la III Internacional.
Uno de los primeros productos del triunfo
de la revolución rusa fue, desde muy tempranos momentos, la gran ola de
simpatías y apoyos que recabo entre el conjunto de la clase obrera
internacional. Y ello tuvo sus claros reflejos políticos en el rápido
surgimiento y formación de TENDECIAS REVOLUCIONARIAS, COMUNISTAS, DENTRO DE
LAS VIEJAS ORGANIZACIONES SOCIALDEMOCRATAS EN TODO EL MUNDO.
Como resultado de la revolución de octubre
del 17 en Rusia, del papel y la política del bolchevismo, las organizaciones de
la vieja socialdemocracia, dominadas por aparatos dirigentes enormemente
conservadores, comenzaron a fracturarse y a dividirse en términos de clase. Los
trabajadores, la juventud y los oprimidos de todos los países comenzaron a
ejercer una enorme presión política sobre los Partidos Socialistas y los
Sindicatos, buscando en ocasiones inconscientemente las ideas, el programa y
los métodos del marxismo revolucionario, que en Rusia representaba el Partido
Bolchevique. Ello provoco en la mayoría de los países profundas crisis en las
viejas organizaciones socialdemócratas, que acabaron por escindirse izquierda o
derecha.
Pero como no puede ser de otra forma, estas
tendencias revolucionarias debían ir asimilando las ideas y los métodos del
bolchevismo. Y para ello era una cuestión fundamental formar políticamente a
los cuadros políticos marxistas. Los Partidos Comunistas que fueron naciendo al
calor de estas batallas, en la mayoría de las ocasiones, estaban bajo jóvenes e
inexpertas direcciones, que traían hacia la III Internacional un mundo de
excelentes cualidades, de ímpetu revolucionario, pero también de "vicios
políticos" propios de la falta de formación política, de ideas oportunistas y
también ultraizquierdistas.
Todo ello era en gran parte lógico. Estábamos ante unos jóvenes Partidos, unas jóvenes direcciones, que buscaban en la inspiración de la revolución de octubre de Rusia su guía para la acción, pero que desgraciadamente carecían de la experiencia previa, de la asimilación y del conocimiento de la historia, de las tradiciones, de la teoría y de la práctica del bolchevismo. Era pues necesario que la III Internacional fuera "una gran escuela de estrategia revolucionaria", en la cual poder formar políticamente a marchas forzadas a estos Partidos y dirigentes, con el objetivo de que pudieran estar a la altura y la necesidad histórica de los procesos revolucionarios, que estaban madurando rápidamente y comenzando a desarrollarse en diferentes países.
Es para ello fundamentalmente que los
Bolcheviques fundaron rápidamente la Internacional Comunista, que
embrionariamente estaba siendo preparada por los marxistas internacionalistas
desde el comienzo mismo de la I Guerra, tras la Conferencia de Zimmerwald,
celebrada entre los días 5 al 8 de septiembre de 1915. En Cuatro primeros
Congresos Internacionales de la I.C. los bolcheviques dedicaron todos los
esfuerzos para dotar a los nuevos cuadros y dirigentes revolucionarios de las
tácticas y la estrategia correctas, con el objetivo de que se pudieran alcanzar
victorias en los procesos revolucionarios. A esta tarea se dedicaron
personalmente, en cuerpo y alma, tanto Lenin como Trotsky, quien elaboro las
principales resoluciones y documentos de los primeros Congresos Internacionales
Lógicamente la formación de cuadros marxistas no es un proceso automático; las ideas, el programa, las perspectivas y los métodos no caen del cielo, sino que requiere del estudio atento de toda la experiencia y de la acumulación de la teoría del socialismo científico. Es por ello que inevitablemente los nuevos cuadros de los nuevos Partidos Comunistas, en los diferentes países, cometieron muchos errores, los cuales, como reacción a las políticas derechistas de los viejos dirigentes reformistas de la Internacional Socialista, generalmente estos errores de las nuevas direcciones las organizaciones revolucionarias fueron de carácter "ultraizquierdistas y sectarios".
Es por ello y para ello que Lenin escribió
esta genial obra llamada "La enfermedad infantil
del 'izquierdismo' en el comunismo", al objeto de ayudar a estas jóvenes
direcciones a que superaran sus deficiencias y se pudieran familiarizar con las
verdaderas tradiciones y naturaleza del bolchevismo. Lenin dio mucha
importancia a esta obra publicada por primera vez en abril de 1920, la cual
siguiendo siempre su método de prestar completa atención a los más mínimos
detalles, quiso que estuviera disponible para la jornada de apertura del II
Congreso de la Internacional Comunista, a cuyos delegados se le repartió un
ejemplar a cada uno de ellos. Posteriormente, entre los meses de julio y
noviembre de 1920 el libro de Lenin fue publicado en Leipzig (alemán), París
(francés) y Londres (ingles), respectivamente. Escrita hace ya casi 104 años,
somos de la opinión firme de que continúa siendo tan relevante y válida hoy en
día como cuando fue escrita por V.I. Lenin.
El objetivo de Lenin con esta obra
Sin ninguna duda al respecto que todo el
objetivo central de Lenin, con este libro y toda su actividad por aquellas
fechas, estaba centrado en facilitar la ayuda teórica necesaria a los cuadros
marxistas en la tarea fundamental de FACILITAR LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO
REVOLUCIONARIO, lo cual más allá de las visiones simplistas de muchos es un proceso
con cuestiones mucho más complejo de lo que parece ser a simple vista. Ello
implica muchas ecuaciones e interrelaciones dialécticas entre el marxismo y el
movimiento vivo y cambiante constantemente del movimiento obrero, al igual que
de la existencia de organizaciones tradicionales que han evolucionado
drásticamente a través de todo el proceso histórico. Todo ello, por decirlo así, queda reflejado
en lo que constituye el subtítulo del libro de Lenin, que apareció en el
original manuscrito por el: "Ensayo de discusión popular sobre la estrategia
y la táctica marxistas".

Pese a lo que muchos creen, sobre todo las
sectas ultraizquierdistas, la clase obrera en general no llega a conclusiones
revolucionarias automáticamente. Es más, si el movimiento del proletariado se
desarrollara en línea recta, entonces la tarea
de construir una organización revolucionaria y hasta de hacer la revolución,
sería un asunto sencillo, que en realidad no es así. Sin organización, la clase obrera no es más que materia
prima para la explotación.
Es mediante la creación de
organizaciones, tanto sindicales como a un nivel superior, políticas, que la
clase trabajadora comienza siempre a expresarse como clase, mostrando sus
propios intereses independientes. Para utilizar las palabras del propio Marx,
la clase obrera pasa de ser una clase "en
sí misma", a ser una clase "para sí misma".
Normalmente solo tras un largo periodo histórico es cuando la clase
obrera, con acontecimientos y más acontecimientos, es que llega a comprender la
necesidad de dotarse de un partido, de una
dirección revolucionaria. Si esto no fuera si, como algunos erróneamente
piensan, la tarea de construir el partido sería algo superfluo. Durante este proceso de desarrollo, que
debemos ver como necesario históricamente, se hacen necesario el tránsito por
todo tipo de luchas, en las cuales deben participar no solo los sectores más
minoritarios de los "activistas", más o menos
conscientes, sino también
deben de participar más ampliamente "las masas sin preparación política previa". Todo ello representa un
despertar a la participación activa en la vida sindical y política de amplios
sectores de la clase obrera, lo cual representa el desarrollo de grandes
acontecimientos sociales.
El método del materialismo dialectico, que
Lenin dominaba como pocos, muestra que el desarrollo de la lucha de clases, que
deja su impronta en las mentes de las masas, nunca tiene un desarrollo lineal,
sino que por el contrario históricamente pasa una y otra vez por diferentes
niveles y etapas, con permanentes cambios de ascensos y retrocesos, de flujos y
reflujos. Ello es la explicación del porque en los últimos 170 años tan solo en
dos ocasiones la clase trabajadora ha creado organizaciones de masas
capaces de expresar sus deseos de poder luchar por la transformación socialista
de la sociedad. Qué duda cabe que de este hecho solo podemos deducir que dicho
proceso es excepcional en la historia, algo muy poco común y que expresan
situaciones de profundos cambios en la sociedad, desde sus profundidades. La
creación de la II y la III Internacionales de cualquier forma confirman que
crear el Partido revolucionario es una necesidad que termina expresándose,
llegado el momento, no antes o después. En un hecho histórico que la clase obrera comenzó
desde muy tempranos momentos a crear organizaciones de masas con el objetivo de defender sus intereses
de clase. Estas organizaciones fueron y son los sindicatos y los partidos
obreros, que de una forma no acabada expresan el germen o embrión de una nueva
sociedad dentro de la vieja, la capitalista. Estas organizaciones en última
instancia sirven para la movilización, la organización, la formación y la
educación de los trabajadores como clase.
Una característica peculiar de la clase
obrera, totalmente a la inversa de la pequeña burguesía, es que los
trabajadores no suelen ser muy proclives a cambiar fácilmente sus lealtades
políticas o sindicales y cuando ello ocurre es mediante un proceso de cambios
muy lentos, después de probar una y otra vez a sus organizaciones y
direcciones. Por el contrario, la pequeña burguesía siempre es enormemente
volátil e inestable, girando bruscamente a derecha e izquierda sobre la base de
acontecimientos rápidos. Por el contrario, un obrero no desecha "una
herramienta fácilmente", incluso muchas veces cuando esta ha dejado de tener ya
utilidad práctica. Intenta repararla, arreglarla de una u otra forma, hasta que
por fin considera que ya es del todo inservible. Toda la experiencia histórica
nos muestra que la clase trabajadora no abandonan a la primera de cambio a sus
viejas organizaciones una vez que han sido construidas, que en los momentos de
lucha intentaran "arreglarlas", llegando a luchar por transformarlas de abajo
arriba, para convertirlas de nuevo en instrumentos y órganos de su lucha.
Esta es una cuestión importantísima en la
tarea de construir el partido revolucionario y aquellos que no sean capaces de
entender esta ley histórica será en última instancia incapaz de construir
puentes de acercamiento para ganar a las masas. Qué duda cabe que esta obra de
Lenin es precisamente brillante por esta cuestión. Lenin conocía con bastante
profundidad las formas en como la clase obrera piensa y se moviliza hacia la
revolución. En "La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo"
tenemos una excelente exposición de esta comprensión de Lenin sobre el asunto
en cuestión.
El Método de Marx y Engels
Desde el punto de vista de un marxista, un
Partido Revolucionario es ante todo y sobre todo UN PROGRAMA, IDEAS,
PERSPECTIVAS, METODOS Y TRADICIONES. Solo y tan solo después de todo ello
un Partido es también UNA ORGANIZACIÓN Y UN APARATO, con el cual poder
llevar las ideas a más y más número de trabajadores y jóvenes, a cada vez más
amplias capas de la clase obrera. Desde sus inicios, desde sus primeros
núcleos, en su estado embrionario si queremos, el Partido debe basarse
fundamentalmente en la teoría y el programa del marxismo revolucionario, que
sin lugar a dudas supone el conjunto de toda la experiencia histórica acumulada
de las luchas del proletariado, cuyas enseñanzas son vitales para el desenlace
de la lucha futura por la transformación socialista de la sociedad.
Sin ideas, sin perspectivas y sin programa
correcto no avanzaremos muy lejos. Sin utilizar los métodos flexibles correctos
de construcción del Partido, que crearan también las tradiciones de nuestro
movimiento, tampoco. Esta es la primera
parte de todo el problema de construcción de una organización revolucionaria
basada en el socialismo científico. Y siendo la parte más importante, luego
entramos en la segunda parte, que es fundamental y también muy complicada, pero
absolutamente necesaria de llevar adelante: ¿Cómo conseguimos penetrar el
movimiento obrero, la juventud y el conjunto de los sectores oprimidos por el
capitalismo con el programa y las ideas del marxismo? La respuesta a esta
pregunta, que para algunos puede parecer sencilla, para los marxistas (como
vemos en esta obra de Lenin, para el mismo tampoco) no es ninguna cuestión
fácil, ni mucho menos.
Por supuesto que durante décadas hemos visto en el movimiento todo tipo de
grupos sectarios (y el sectarismo mezcla a toneladas dosis de ultraizquierdismo
con puro oportunismo) que han venido afirmando que esta cuestión no es ningún
problema. Ellos afirmaban y afirman que nos vale con citar a Lenin sobre la
necesidad de "crear un partido revolucionario independiente. Lo proclamamos a
los cuatro vientos y esperamos tranquilamente a que los trabajadores vengan y
se unan a nuestras filas". En realidad, este tipo de afirmaciones es no haber
comprendido nada de lo que Marx, Engels, Lenin y Trotsky explicaron una y otra
vez, en los cientos de libros y documentos que escribieron en sus luchas por
construir el Partido Revolucionario. Tan
es así que la inmensa mayoría de todos estos que durante décadas dijeron estar
construyendo el Partido hoy ya dejaron de existir o su existencia es tan
misera, como sus ideas y sus prácticas fueron y son.
Por supuesto que para un marxista la
necesidad de construir un partido revolucionario independiente es como en el
abecedario las letras ABC. Este es un punto fundamental de la
importancia del libro de Lenin que tratamos aquí, porque muestra cómo podemos
formarnos los cuadros marxistas en la comprensión de ir más allá de estas
primeras tres letras del abecedario, comprendiendo el trabajo en conjunto de
los revolucionarios en la tarea central del construcción del Partido, partiendo
de la situación dada y de la necesidad de construirlo paso a paso desde dentro
del movimiento de nuestra clase, junto a ella en su nivel de conciencia
concreta en la que esta. Cualquier intento de construir el partido
revolucionario en los márgenes del movimiento obrero conducía y conducirá una y
otra vez a quedar marginados y estériles para construir nada serio. Los marxistas
debemos trabajar codo con codo con nuestra clase, participando en cada
experiencia de nuestra clase, ayudando así a elevar el nivel de comprensión de
nuestra clase, comenzando por los sectores más avanzados de la misma.

En un excelente artículo escrito por
Trotsky en 1935, con el título de "Sectarismo, Centrismo
y la Cuarta Internacional",
'el Viejo' combatió las equivocadas
posiciones de determinados grupos e individuos sectarios, que se habían
adherido a la Oposición de Izquierda Internacional, con las siguientes
palabras:
"El sectario ve la vida de la sociedad como una gran escuela, en la que él es el maestro. En su opinión, la clase obrera debería dejar aparte otras cosas menos importantes y sentarse ordenadamente alrededor de su tarima. Entonces la tarea estaría resuelta. A pesar de que jura por el marxismo en cada frase, el sectario es la negación directa del materialismo dialéctico, que toma la experiencia como punto de partida y siempre vuelve a ella. Un sectario no entiende la acción y reacción dialéctica entre un programa acabado y la lucha de masas viva, es decir imperfecta, inacabada. El sectarismo es hostil a la dialéctica (no en palabras, pero si en los hechos) en el sentido en que vuelve la espalda al desarrollo real de la clase obrera".
(Trotsky, Escritos, 1935-36.)
Igualmente debemos remontarnos al documento fundacional del movimiento marxista, a "El Manifiesto Comunista",
de Marx y Engels, en donde explicaron una idea central, cuando afirmaron
que "los comunistas no forman un partido aparte
de los demás partidos de la clase
obrera. No tienen
intereses propios que se distingan de los intereses
generales del proletariado. No profesan principios
sectarios propios con los que aspiren a modelar
el movimiento proletario. Los comunistas no se distinguen de los otros partidos de la clase obrera más que en esto:
1) En las luchas nacionales de los proletarios de diferentes países,
insisten y ponen en primer
lugar los intereses comunes de todo el proletariado, independientemente
de su nacionalidad.
2) En
los diferentes estadios de desarrollo
por los que tiene que pasar la lucha de la clase obrera, representan siempre y en todo lugar los intereses del movimiento en su conjunto. Los comunistas, por lo tanto, son
en primer lugar, en la práctica, el
sector más avanzado y decidido de los partidos de la clase obrera en cada país, el sector que empuja a los demás hacia adelante; en segundo lugar en la teoría,
tienen la ventaja sobre la gran masa del proletariado de la clara comprensión de los derroteros, y de los resultados
generales últimos a los que ha de abocar el movimiento del proletariado".
Los fundadores del socialismo científico,
Marx y Engels, siempre huyeron de generalidades y abstracciones. Siempre
tomaron al movimiento tal y como era, aplicaban
las tácticas más
flexibles y hábiles para conectar
con el auténtico sentir y nivel del movimiento de las masas, con el objetivo central de
influenciarlo con el programa del marxismo revolucionario. Esto significo en un
primer momento aparecer como la extrema izquierda del movimiento democrático. Marx mantuvo todo un trabajo
modélico alrededor de sus artículos en la "Nueva Gaceta Renana", que es
todo un modelo de cómo hacer agitación revolucionaria, combinando la lucha por
las consignas democráticas más avanzadas,
junto con una nítida e implacable defensa de una política de independencia de
clase del proletariado.
Bajo la influencia de Marx y Engels sobre
La Liga de los Comunistas esta fue desde el principio una organización con una visión y un carácter internacionalista.
Sin embargo no fue hasta la creación de la Asociación Internacional de los Trabajadores (Primera
Internacional), en 1864, lo que permitió dar adelante un salto cualitativo
importante. Pero tenemos que tener claro que la AIT no era una Internacional Marxista. Por el contrario, fue una
organización enormemente heterogénea, en donde convivían y estaban presentes
sindicalistas reformistas británicos, proudhonistas franceses, seguidores de
Mazzini italianos, anarquistas y algunos otros. Fundamentalmente la tarea histórica
de la Primera Internacional fue establecer los principios
fundamentales, el programa, la estrategia y la táctica del marxismo
revolucionario a escala internacional. Combinando la firmeza en los principios con una gran flexibilidad táctica
gradualmente Marx y Engels ganaron la mayoría
y ello representó un gran paso
adelante cualitativo. Todo
este trabajo podríamos resumirlo en el método que se desprende de una Carta que
Marx envió a Engels, en donde le explicaba que "tenían que utilizar un tacto extremo,
especialmente a la hora de combatir los pre juicios
de los tradeunionistas británicos",
enfatizando Marx que él siempre era "suave en la forma, pero audaz en el contenido". Esta concepción resume
perfectamente como tiene que ser la actitud de los marxistas en el trabajo
hacia las organizaciones obreras reformistas.
Sea como fuere, el hecho es que la AIT
nunca fue una auténtica Internacional obrera de masas. Pero
consiguió sentar las bases teóricas
para construir más tarde una genuina Internacional revolucionaria. En este sentido realmente fue un trabajo de
anticipación para el futuro. No es el lugar para tratar con más detalles el
desenlace posterior que tuvo la AIT, pero baste decir que la derrota de
la Comuna de París (el primer intento de la clase obrera parisina de establecer
un Estado obrero) causo el efecto de provocar una tremenda desorientación sobre
las muy débiles fuerzas de la Primera Internacional, la cual entro en una
profunda crisis, que se vio aún más agravada por las continuas intrigas de los
bakuninistas (anarquistas). Al objeto de evitar que la Internacional,
en manos de los bakuninistas, sufriera todavía más estragos, Marx y Engels trasladaron el Centro de la
Internacional a América, para después disolverla en el año 1872. Ello significo que, aunque Marx y Engels
continuaron defendiendo firmemente los principios del Internacionalismo
Proletario, durante todo un periodo de años carecieron de una verdadera
organización internacional.
Las Presiones de la burguesía
Objetivamente la mayoría de los trabajadores no ven la necesidad de participar
activamente en el movimiento cuando observan que los capitalistas pueden dar
concesiones y reformas. En esta
situación observamos una mayor degeneración de la dirección de las
organizaciones tradicionales, que de forma clara cada vez se divorcia más de
las masas y de las propias bases de los sindicatos y partidos. Esto en principio parece un proceso gradual,
que casi se produce de manera imperceptible para la mayoría. En este proceso se
pierden inevitablemente los objetivos revolucionarios. Los llamados dirigentes
se quedan absorbidos por la rutina diaria de la actividad sindical o
parlamentaria. Estos mismos dirigentes
buscan, como justificación, todo tipo de "teorías", que justifican sus abandonos
a los principios.
En estos contextos las organizaciones que
fueron creadas históricamente por la clase obrera, se acaban transformando en
el seno de la sociedad capitalista en partes del propio Sistema, sometidas a
las presiones objetivas de la clase ajena al proletariado, lo cual conduce
inevitablemente a enormes deformaciones burocráticas. Las direcciones,
fundamentalmente, de estas organizaciones que nacieron al calor de las luchas
tienen a su degeneración política, en cuanto la presión de las masas, en lucha
cesan de ejercer su presión sobre ellas, presión que es sustituida por las de
la clase dominante. En los periodos de auge económico, más aún de booms
temporales del capitalismo, estas presiones
se intensifican. Es obvio que los trabajadores no se levantan por las
mañanas para luchar porque sí. En las condiciones en las que la burguesía puede hacer concesiones y reformas
temporales, los trabajadores tienden a buscar salidas individuales, "trabajando
duro", realizando "horas extras", etc.
En estas situaciones las presiones del capitalismo suelen tener unos efectos
muy perniciosos en las cúpulas dirigentes del
movimiento obrero, aumentando las tendencias hacia la burocratización de
las organizaciones obreras, que tienen a separarse más y más de sus bases y
caen casi por completo, sino completamente, bajo la influencia de las ideas de la burguesía, que siempre en
estos contextos se multiplican por mil, en la medida en que disminuye la
presión sobre estas direcciones de la clase obrera. Esta es una ley histórica
que puede demostrarse y que cometeríamos un grave erros sino somos capaces de
comprender. Este fue el proceso que
vimos en el auge prolongado del capitalismo antes de 1914 y el inicio de la I
Guerra Mundial, que dio paso a la matanza imperialista.
Lenin explico brillantemente que "el
ultraizquierdismo es el precio a pagar por el movimiento ante el oportunismo de
sus dirigentes tradicionales". Podemos
decir que el relativo éxito del anarquismo, entre ciertas capas y
sectores del movimiento obrero y la juventud antes del inicio de la I Guerra
Mundial fue exactamente eso, la reacción de sectores más impacientes de nuestra
clase ante la degeneración burocrático/reformista de los dirigentes de la Socialdemocracia.
De una
forma bastante similar, durante el
periodo posterior a la II Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de las
ideas ultraizquierdistas entre los estudiantes (aumento del apoyo a las ideas
del terrorismo, del anarquismo, del guerrillerismo y el nacionalismo radical)
no pueden ser explicadas de forma exclusiva por una pretendida extensión de las
ideas y mentalidad pequeño burguesas de estas capas (lo
cual en todo caso constituye un elemento constante).
Ello fue fruto y reflejo en la debilidad de falta de autoridad del marxismo
consecuente, en un contexto en donde las burocracias degeneradas de las
burocracias estalinistas (ex URSS) y reformistas en las organizaciones
tradicionales de la clase obrera se habían fortalecido. Lenin explico de qué
forma y porque en Rusia la influencia de los
anarquistas tuvo una mínima expresión, debido fundamentalmente a las
políticas revolucionarias consecuentes de los
bolcheviques. Pero, por el
contrario, las políticas reformistas que siguieron los llamados dirigentes
del movimiento obrero en todos los países, después de la II Guerra Mundial, tan solo sirvieron para repeler a los trabajadores más
conscientes y sobre todo a los jóvenes, que fueron empujados hacia los
callejones sin salida del anarquismo, del
ultraizquierdismo y del sectarismo más estéril.
La Segunda Internacional y Lenin
En 1889 se fundó la II Internacional. Pero
recogiendo toda la experiencia del periodo anterior, comenzó donde la I
internacional había terminado. Una diferencia era fundamental, la II
Internacional comenzó como una internacional de masas, que permitió unir y
organizar a millones de trabajadores. Desde el principio tuvo a partidos y
sindicatos de masas en Alemania, en Francia, en Gran Bretaña,
en Bélgica y otros países. El futuro del
marxismo, del socialismo científico, parecía garantizado. Desde el principio, al menos en sus
declaraciones y principios, la II Internacional defendió las ideas y los
principios del marxismo revolucionario. Con
ello, parecía que la lucha por la transformación de la sociedad estaba
garantizada.
Sin embargo, la II Internacional fue
proclamada durante un largo periodo de auge capitalista. Y ello
irremediablemente dejo toda su huella en la mentalidad en los sectores
dirigentes de los partidos y de los sindicatos que se proclamaban de la
Socialdemocracia. Este fue el periodo
clásico de la socialdemocracia, desde 1871 hasta 1914. Sobre estas bases, a todo lo largo de un
periodo de crecimiento económico, fue
posible para los capitalistas el hacer concesiones a la clase obrera o, más correctamente, a sus capas superiores. En
este contexto objetivo los sindicatos aumentaron sus fuerzas, en donde vimos pasar a estos sindicatos de dos a tres millones
de afiliados en Alemania y Gran Bretaña,
300.000 en Francia y cifras análogas en distintos
países.
En aquel periodo vimos toda una época en la
que no eran de revoluciones, sino claramente todo un periodo de reformas, que
alimento ilusiones y esperanzas, en que poco a poco las cosas irían mejor para
las masas. Ello tuvo efectos muy concretos en la psicología de las masas y unos
efectos tremendamente dramáticos, en términos generales, en las direcciones de
las organizaciones obreras, que, aunque mantenían en sus ideales la lucha por
cambiar la sociedad, sus dirigentes estaban encantados dentro de los límites
que les imponían el capitalismo.
Como muchas veces ocurre, es claro que no todo es claro u oscuro. Hubo excepciones, como fue la revolución rusa de 1905. Pero este no fue el carácter general de la época, como decimos. Con notables excepciones y aunque en teoría la Socialdemocracia se adherían a la idea del socialismo, en la práctica casi todas las direcciones habían adoptado programas reformistas, de lucha dentro de los límites del Sistema, abandonando por completo cualquier perspectiva de lucha revolucionaria por transformar la sociedad. Este era el caso de los principales partidos Socialdemócratas: en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña y demás países. Estas ideas reformistas en la II Internacional pronto fueron plasmadas por sus principales teóricos, como Bernstein, quien hizo popular su famoso aforismo: "El movimiento lo es todo. El objetivo final no es nada". No obstante, es conveniente recordar aquí que todos en aquel periodo, antes de 1914, pertenecían formalmente a la II Internacional, también Lenin, Trotsky, Liebknecht y Luxemburgo, quienes eran militantes y dirigentes socialdemócratas. Pero en realidad, estos estaban ya librando una lucha ideológica dentro de la Internacional en defensa de las genuinas ideas marxistas revolucionarias.

Sin embargo, en honor a la verdad, Lenin
fue el único que comprendió correctamente el papel y significado del Partido
Revolucionario. Incluso otro genio de la teoría marxista, como Trotsky, quien tenía
una correcta apreciación de las perspectivas para la revolución en Rusia,
mostro confusiones de comprensión al respecto de cómo construir el Partido
hasta 1917, cosa que el mismo reconoció. Otra notable dirigente revolucionaria,
como Rosa Luxemburgo, que jugó un papel importantísimo a la hora de dar la
batalla a las políticas reformistas de los dirigentes del SPD alemán, en el
plano de la comprensión de construcción del Partido también cometió errores
fundamentales, poniendo todo su énfasis en la importancia de los movimientos de
masas espontáneos y en la Huelga General. A pesar de que Rosa pudo entender
mucho mejor que Lenin, desde antes, el papel de Kautsky y la llamada "izquierda
alemana" (que realmente eran "centristas"), fundamentalmente porque los podía
ver en su trabajo diario de proximidad.
Incluso el propio Lenin al principio se calificaba a sí mismo como un
"kautskista ortodoxo" y mostraba ciertas ilusiones en recuperar para el
marxismo a Kautsky, prácticamente hasta el comienzo de la I Guerra Mundial.
Pero lo cierto es que solo Lenin poseía un
proyectó sistemático para la creación de un genuino Partido marxista firme y
plenamente consciente en el terreno de las ideas y el programa, lo que le llevo
a no tener dudas en el proceso de la escisión
en el Partido ruso en 1912, dos años antes de la escisión de la II
Internacional. Sin embargo, los métodos de trabajo flexibles, combinados con la
inflexibilidad en la defensa de las ideas, provoco que aún durante todo un
periodo de casi diez años más los Bolcheviques y los Mencheviques fueran y actuaran como dos fracciones del mismo Partido: el Partido Obrero Social Demócrata Ruso, que tras la
revolución de 1905 era el Partido de las masas del Proletariado ruso.
La
Internacional Comunista
Cuando nos preguntamos, ¿Cuándo se fundó la
Tercera Internacional?, la respuesta no es simple políticamente como
aparentemente podría parecer. La respuesta nos ofrece diferentes opciones,
varias respuestas en sí misma. En un
sentido histórico podemos afirmar que la III Internacional tuvo su fundación en
1914, en los momentos en los que Lenin rompió
políticamente con la vieja Internacional, proclamando la necesidad de luchar
porque los marxistas se dotaran de una nueva Internacional. Incluso ya en
aquellos momentos comenzó a rechazar el nombre de "Socialdemócrata", que
califico como de una "camisa sucia", la cual era necesario cambiar por una
nueva. Sin embargo, en aquellos momentos Lenin se encontraba completamente
aislado. León Trotsky calculo que en aquellos momentos los contactos de Lenin
podrían resumirse a un par de docenas de personas en el exilio. En la Conferencia de Zimmerwald en 1915
de los socialistas que se oponían
a la guerra el propio Lenin llegó
a bromear al respecto, afirmando que "todos los internacionalistas del
mundo cabían en dos carrozas". Sin embargo, desde un punto de vista marxista
podemos afirmar que la nueva Internacional ya comenzó a existir, en forma de un
PROGRAMA, IDEAS Y PERSPECTIVAS, ya en el año 1914.

Trotsky explico el significado de la III
Internacional de la siguiente forma:
"La Tercera Internacional surge directamente de la guerra imperialista. Es cierto que mucho antes, muchas tendencias diferentes habían estado luchando dentro de la Segunda Internacional, pero incluso las que estaban más a la izquierda, representadas por Lenin, estaban lejos de pensar que la unidad revolucionaria de la clase obrera sería creada mediante una ruptura total con la social democracia. La degeneración oportunista de los partidos obreros, estrechamente vinculada con el periodo de florecimiento del capitalismo en el cambio de siglo, sólo se reveló completamente en el momento en que la guerra planteó crudamente la cuestión: ¿Con la burguesía nacional o contra ella? El desarrollo político dio un salto repentino en 1914: utilizando la frase de Hegel, la acumulación de cambios cuantitativos de repente adquirió un carácter cualitativo" (Trotsky, Escritos 1935-36)
Pero es una ley histórica que la formación
de una nueva organización marxista, con influencia en las masas, solo puede ser
producto del desarrollo de grandes acontecimientos históricos. Es por ello que
también es correcto afirmar que esa influencia de masas de la nueva
Internacional comenzó a formarse en el periodo de 1917-1923. Es en este periodo
en donde comienzan a formarse los nuevos Partidos de masas de la III
Internacional, que salvo raros casos todos ellos fueron el fruto de escisiones de los viejos
partidos de la II Internacional.
Resulta paradójico que muchos grupos sectarios son extremadamente aficionados a repetir los escritos de Lenin de los años 1914-1917, cuando el insistió una y otra vez en la necesidad de "romper radicalmente con la Socialdemocracia, a la cual Rosa Luxemburgo llamó "ese cadáver putrefacto". Pero como de nuevo explico Trotsky, "Lenin tenía en mente una ruptura con los reformistas como consecuencia inevitable de la lucha contra ellos, y no como un acto de salvación, independiente del tiempo y el lugar. Requería una escisión con los social-patriotas no para salvar su propia alma sino para arrancar a las masas del social-patriotismo"
(Trotsky, Escritos 1935-36)
Solo y tan solo
después del mayor acontecimiento en la historia de la humanidad, la Revolución de octubre
de 1917 cristalizaron TENDENCIAS COMUNISTAS EN TODOS LOS VIEJOS PARTIDOS DE LA
SOCIALDEMOCRACIA. Por ejemplo, en
Francia los comunistas ganaron la
mayoría del Partido Socialista en el Congreso
de Tours (1920).
Fue el ala de derechas el que se escindió con algo menos de 30.000 militantes y el Partido Comunista se formó con la nada despreciable cifra de 130.000
militantes.
Los viejos dirigentes reformistas mantuvieron una base sobre todo
entre los sectores más atrasados y
pasivos de la clase. Los
Socialdemócratas alemanes se escindieron
en abril de 1917, producto de que el ala centrista que estaba dirigida por K. Kautsky
fundó el Partido Social
Demócrata Independiente. Posteriormente este partido centrista de masas se volvió a
escindir en octubre de 1920, en el congreso
de Halle. La mayoría se fusionó con los espartaquistas para formar el Partido Comunista Alemán, un
partido de masas que en aquellos momentos editaba nada menos que 21 periódicos diarios. Estos mismos hechos
se repitieron país por país, como por ejemplo fueron los casos en Checoslovaquia,
Italia, Bulgaria, Noruega, España y otros países.
"El Comunismo de izquierdas"
"La Historia se repite, pero siempre a un
nivel superior", explico Marx tomando las palabras de Hegel. En este sentido,
la III Internacional (Comunista) se forjo a un nivel cualitativamente muy
superior a sus dos antecesoras. En su momento más álcido de desarrollo la AIT
defendía un claro programa internacionalista, basado en el socialismo
revolucionario, bajo la influencia política
directa de Marx y Engels. De igual forma, la II Internacional fundada por
Engels llegó a tener una influencia de masas, de millones de trabajadores. En
principio parecía que los destinos de la revolución mundial estaban en buenas
manos. La III Internacional comenzó apoyándose en el exitoso proceso de la
revolución rusa y con una cada vez más clara influencia entre millones de
obreros y jóvenes en todo el planeta, bajo la dirección de Lenin y Trotsky.
Sin embargo, como
decíamos más arriba, desgraciadamente una gran mayoría de estos nuevos partidos
comunistas por su juventud eran inexpertos, carecían de una firme base teórica
y sus direcciones no estaban probadas en el terreno de los acontecimientos de
la lucha de clases. Todo ello provoco que muchos de ellos, sobre todo en los
primeros momentos, cometieran toda una serie de graves errores políticos, los
cuales fueron mayoritariamente de carácter ultraizquierdistas.
Lenin y Trotsky desde muy pronto fueron
conscientes de todo ello, que amenazaba con provocar serias derrotas en los
procesos revolucionarios que comenzaban a darse en diferentes países. Es por
ello que ya de cara al Segundo Congreso Mundial de la Comintern Lenin y Trotsky,
en común, se decidieron a dar la batalla en contra de estas posiciones
ultraizquierdistas en el seno de la Internacional. Para ello específicamente
Lenin escribió esta maravillosa obra, que
trata de la lucha contra la "enfermedad infantil" del ultraizquierdismo.
De la misma forma, en
el Manifiesto para el Segundo Congreso de la III
Internacional, discutido y aprobado, que fue escrito por León Trotsky, se declara abiertamente que:
"La Internacional Comunista es el partido mundial de la rebelión proletaria y de la dictadura del proletariado. No tiene tareas, ni objetivos separados, ni aparte de los propios de la clase obrera. Las pretensiones de las sectas minúsculas, cada una de las cuales quiere salvar a la clase obrera a su manera, son ajenas y hostiles al espíritu de la Internacional Comunista. No posee ningún tipo de panacea ni fórmulas mágicas, sino que se basa en la experiencia internacional, presente y pasada, de la clase obrera; depura esa experiencia de todas las equivocaciones y desviaciones; generaliza las conquistas alcanzadas y reconoce solamente como fórmulas revolucionarias las fórmulas de acción de masas" … …
"Llevando a cabo una lucha sin cuartel contra el reformismo en los sindicatos y contra el cretinismo parlamentario y el carrerismo, la Internacional Comunista condena al mismo tiempo todos los llamamientos sectarios para dejar las filas de las organizaciones sindicales que agrupan a millones, o dar la espalda al trabajo en las instituciones parlamentarias y municipales. Los comunistas no se separan de las masas que están siendo engañadas y traicionadas por los reformistas y los patriotas, sino que se comprometen a un combate irreconciliable dentro de las organizaciones de masas e instituciones establecidas por la sociedad burguesa, para poder derrocarla lo más segura y rápidamente posible". (Trotsky, Cinco primeros años de la Internacional Comunista, Vol. 1)
El ultraizquierdismo no es otra cosa. ni
más ni menos, que el reflejo de la impaciencia y de la inexperiencia, que se
encontraba bastante extendido entre sectores amplios de los jóvenes dirigentes
comunistas en Gran Bretaña, en Alemania, en Holanda y en
Italia. Las posturas comunes en todos ellos eran un rechazo "infantil" a que
los comunistas trabajaran en los sindicatos
reformistas, una completa actitud de sectarismo hacia los partidos reformistas
que aún conservaban una parte importante de apoyo entre las masas y al trabajo
electoral parlamentario. Lenin,
conjuntamente con Trotsky, dieron una dura batalla política, combatieron una y
otra vez esas ideas sectarias dentro de la III Internacional y trataron
pacientemente de convencer a esas direcciones de los jóvenes Partidos
Comunistas para llevar a cabo políticas tácticas de Frente Único, como una
forma de establecer puentes de los comunistas hacia las masas de los
trabajadores socialdemócratas. Sintomático es el esfuerzo que realizaron por
convencer a la dirección del Partido Comunista en Gran Bretaña de que fueran
aún más lejos e intentaron convencerles de que tenían que intentar afiliar al
PC británico al Partido Laborista,
como la forma de ganar ahí a los trabajadores más conscientes.
En
el Segundo Congreso de la Comintern se debatió la cuestión del Partido Laborista y el Congreso acordó
aconsejar al Partido Comunista Británico que pidiese la afiliación al PL. Aunque formalmente esto fue aceptado, con
muchas reticencias por la dirección
británica, esta formuló que lo aplicaría en unos términos tan sectarios, que en
realidad era una "invitación" al Partido Laborista a dar una respuesta
negativa. Con un método muy paciente Lenin y Trotsky fueron corrigiendo, en
parte, ese ultraizquierdismo, lo cual permitió al joven Partido Comunista
construir una base de apoyo significativa dentro del Partido
Laborista.
Una y otra vez Lenin aconsejó al pequeño PC
británico que se orientase conscientemente hacia
los sindicatos y hacia el Partido Laborista.
En las elecciones, aconsejó al Partido que sólo presentase candidatos en
unos pocos lugares seguros de obtener escaños, dónde no había peligro de que el
Partido fuera visto de dividir el voto y que pudieran ganar los Tories o los Liberales, dando apoyo
crítico a los candidatos laboristas en todos los demás lugares:
"Presentaríamos nuestros
candidatos en unos pocos escaños absolutamente
seguros, es decir, en distritos donde nuestro
candidato no daría ningún escaño a los liberales a expensas de los
laboristas. Tomaríamos parte en la campaña, distribuyendo panfletos de
agitación comunista, y en todas las circunscripciones donde no presentásemos
candidatos, llamaríamos al electorado
a votar por el candidato laborista y contra los candidatos burgueses"
(La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo)
Lenin escribió este
libro, "La enfermedad infantil
del 'izquierdismo' en el comunismo" como respuesta a todos los argumentos de los
llamados "izquierdistas", argumentos que desgraciadamente aparecen una y
otra vez, sobre todo a cada cambio de la situación objetiva, en los diversos
escritos de las diferentes sectas, hasta el día de hoy. Lenin explicó que
políticamente suponía un crimen el separar a los obreros más avanzados de las masas, que ese tipo de tácticas y
actuaciones, muy lejos de lograr debilitar a las burocracias sindicales y
políticas reformistas, por el contrario las fortalecen: "Rechazar el trabajo en los sindicatos
reaccionarios significa dejar a las
masas de los trabajadores insuficientemente desarrollados o atrasados bajo la
influencia de los dirigentes reaccionarios, los agentes de la burguesía, la
aristocracia obrera, o 'trabajadores que se han aburguesado completamente'.
Lenin explicó que incluso los Bolcheviques
habían realizado trabajo ilegal en los sindicatos "Zubatov", los sindicatos que
fueron creados por la policía zarista con el objetivo de alejar a los obreros
de las ideas revolucionarias.
"Si quieres ayudar a las 'masas' y ganarte la simpatía y el apoyo de las 'masas', no debes temer las dificultades o provocaciones, insultos y persecuciones por parte de los 'dirigentes' (que por ser oportunistas y socialchovinistas están, en muchos casos, directa o indirectamente vinculados a la burguesía y a la policía), sino que debes en cualquier caso trabajar en cualquier sitio donde estén las masas. Tienes que ser capaz de cualquier sacrificio, de superar los mayores obstáculos, para poder hacer propaganda y agitación sistemáticamente, perseverantemente y persistentemente en esas instituciones, sociedades y asociaciones, incluso las más reaccionarias, donde estén las masas proletarias o semiproletarias".
(La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo)
La actitud ante el Parlamento
En el periodo de la creación de la III
Internacional los acontecimientos se desarrollaban velozmente. Las jóvenes direcciones
de los Partidos Comunistas que se formaron no dispusieron del tiempo suficiente
para aprender y absorber las lecciones fundamentales de la historia del
bolchevismo, tampoco del desarrollo de la propia Revolución Rusa. En el mejor
de los casos habían podido leer obras de Lenin, como "El Estado y la Revolución"
y algún que otro escrito del periodo de la Primera Guerra Mundial. En la gran
mayoría de los casos solo eran capaces de "repetir consignas abstractas" acerca
de la guerra civil, sobre la necesidad de acabar con el Estado burgués, críticas
sobre el reformismo y críticas sobre el parlamentarismo burgués, … Pero dramáticamente no habían entendido casi
nada de lo poco que habían leído y sobre todo eran incapaces de entender el
método de Lenin. Durante todo este
periodo, desde 1917 en adelante, Lenin libro una dura batalla por corregir los
errores de todos estos ultraizquierdistas. Irónicamente Lenin dijo varias veces
qué "si estos eran la izquierda, él era la derecha".
Algunos de los llamados "comunistas de izquierda" hacían intervenciones en las que consideraban que Lenin y Trotsky
se habían convertido en "oportunistas".
Estos "izquierdistas" planteaban constantemente tácticas y métodos que
representaban "una desviación muy seria del punto de vista que defendían Lenin
y Trotsky" y que según ellos "significaba que la Internacional nunca será capaz
de cumplir su misión histórica". Una de las posturas más clara de ello fue la
planteada por los dirigentes del PC alemán, que denominaban "la teoría de la
ofensiva". Esta teoría llevó en el
terreno de la practica a una terrible derrota sangrienta de los trabajadores
alemanes en marzo de 1921, cuando los dirigentes del PC alemán trataron de
"tomar el poder", antes de haber ganado a la mayoría de los trabajadores. Esto,
evidentemente era puro y simple "aventurerismo", que no tiene nada que ver con
las genuinas ideas y métodos de Lenin.
Siempre la cuestión del Poder se plantea
cuando el Partido Revolucionario ha logrado ganar la mayoría decisiva de la
clase obrera y no solo de la clase obrera, sino también de capas significativas
de la pequeña burguesía. Es por ello la importancia que tiene, para poder hacer
esto, dominar y realizar un sistemático trabajo político en todas las esferas,
incluyendo evidentemente el trabajo en el parlamento burgués, que debemos
utilizar como caja de resonancia de los problemas de la clase obrera. No solo
en este libro, sino que Lenin enfatizo toda esta cuestión también en otras
obras, como "El Estado y la Revolución", en donde explico la actitud del
marxismo hacia el Estado, respondiendo los argumentos tanto de los reformistas
como de los anarquistas. En esta obra Lenin escribió: "La idea de Marx es que
la clase obrera tiene que romper, aplastar
la 'maquinaria estatal', y no limitarse solamente a tomar control de ella".
En su
obra "El Estado y la Revolución", Lenin
hace una demolición total de las ideas ilusas de los reformistas de todo tipo
que siempre pretenden convencernos de que la revolución socialista se puede dar
de una forma "tranquila", mediante cambios lentos, graduales y
pacíficos. Pero algunos se quedan con la
boca abierta al leer del mismo Lenin en 1920, cuando aseguro que, en Gran
Bretaña, sobre todo y ante todo debido al enorme poder del proletariado y de sus organizaciones, que
sería totalmente posible llevar a cabo
la transformación socialista de una forma relativamente pacifica, incluyendo la
utilización del Parlamento, con la condición de que los sindicatos y el propio
Partido Laborista estuvieran bajo la dirección de los marxistas. No comprender esto, como si lo hizo Lenin, es no entender los procesos de fondo de las
revoluciones, de forma con creta y bajo el prisma de la dialéctica, dejando de
lado las formulaciones abstractas.
Para aquellos defensores del
antiparlamentarismo, del boicot sistemático a las elecciones burguesas, etc.,
Lenin en "La enfermedad infantil", se refiere en concreto al error político que
los bolcheviques cometieron tras la derrota de la revolución de 1905, cuando
realizaron un boicot a las elecciones parlamentarias. Tras el fracaso del
proceso de insurrección, en diciembre de 1905,
el zarismo intento liquidar la revolución mediante una combinación de represión y concesiones, algo bastante
característico de la burguesía en todo proceso revolucionario. En el año 1906 el régimen zarista estableció
un Parlamento ("Duma"), que carecía evidentemente de auténticos poderes y su
elección era bastante restringida, con un fraudulento sistema electoral. Era
evidente para los Bolcheviques el carácter reaccionario de la Duma, al igual
que lo era para la mayoría de los activistas y obreros avanzados políticamente.
Incluso, para hacernos una idea, hasta los propios Mencheviques en un primer
momento se inclinaron a favor de hacer un Boicot.
Pero en
el contexto concreto de la situación, ni siquiera el ambiente que
había y se respiraba entre los sectores más avanzados de la clase trabajadora
reflejaba el ambiente general que existía en el conjunto, en la psicología de
la mayoría de las masas rusas. Una mayoría clara de trabajadores tenían dudas
sobre el carácter y la verdadera naturaleza de la Duma. Algo también muy
importante era que particularmente entre los campesinos si habían crecido con
fuerza las ilusiones constitucionales, muchos de los cuales creían que
podrían conseguir tierras mediante reformas que se aprobaran en el parlamento.
Todo ello, junto al triunfo de la contrarrevolución que provoco un fuerte
descenso del movimiento revolucionario, crearon las falsas ilusiones entre
amplias capas de las masas, entre importantes capas de trabajadores, de la
pequeña burguesía y entre el campesinado pobre de que LA UNICA ESPERANZA ERA
QUE LA DUMA INTRODUJERA ALGUNAS MEJORAS.
Las consideraciones de que esas esperanzas fueran infundadas en el fondo
carecían de importancia practica en aquellos momentos para la táctica a adoptar
por los revolucionarios.
Es claro que los bolcheviques en esos
primeros momentos no fueron capaces de comprender el verdadero alcance de la
derrota de la revolución y cometieron un claro error al boicotear las
elecciones a la primera Duma,
como explicó más tarde el
propio Lenin. En una situación como
aquella, y otras que hemos visto posteriormente, es un hecho constatable que el
ambiente que se vive y respira entre los sectores de las capas más activas y
más combativas de nuestra clase puede estar divorciado del ambiente general que
vive y respira las amplias capas de la clase trabajadora, la juventud y el
conjunto de los oprimidos. En ciertas ocasiones la llamada "vanguardia" puede
ir muy por delante del conjunto de la clase trabajadora. Si durante una guerra la vanguardia
avanza demasiado rápido y pierde el contacto con las filas de la retaguardia,
esta vanguardia queda extremadamente expuesta y finalmente corre el riesgo de
ser masacrada por el enemigo. La lucha de clases no deja de ser una guerra
entre las clases en última instancia. Si los obreros más combativos, fruto de
la impaciencia, pierden la noción general del estado de ánimos y confundes sus
ideas con las predominantes en el movimiento obrero, corren el peligro real de
ser masacrados por la burguesía.
Lenin siempre tuvo la pretensión de educar
a las jóvenes fuerzas del comunismo internacional en base a las experiencias de
la historia del Partido Bolchevique, en sus éxitos y derrotas. Ese fue todo su
empeño en el conjunto de los debates con el ala ultraizquierdista de la
Internacional Comunista. Como afirma en su obra,
"Sólo la historia del bolchevismo en todo el periodo de su existencia puede explicar de un modo satisfactorio por qué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las condiciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoria del proletariado".
(La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo)
Lenin siempre partía
de la realidad objetiva, no del mundo de los deseos. La III Internacional había
dado pasos de gigantes desde su constitución, pero Lenin y Trotsky no perdían
de vista el hecho objetivo de que los jóvenes partidos comunistas no eran todavía la mayoría decisiva de la clase obrera en
ningún país. Y esa era la tarea central que debían de perseguir con fuerzas. Es
por ello que Lenin y Trotsky defendieron al unísono la consigna del Frente
Único, que no era otra cosa que la realización de un trabajo paciente de los
comunistas en las organizaciones de masas, al tiempo que defendieron la
participación en los Parlamentos burgueses, no con posturas "cretinas", sino
fundamentalmente como medios para ganar el oído y la influencia de la mayoría
de las masas. Ganar a las masas era, en
todo caso, la tarea número uno de los comunistas y desde luego la condición previa para encarar con éxito la revolución socialista.
Sin embargo, los "izquierdistas" vivían en
otro mundo, en sus fantasías y no estaban ni mucho menos satisfechos con los
consejos de Lenin y Trotsky. Casi todos ellos rechazaron con desprecio los
consejos de Lenin, que siempre les aconsejaba que se "orientasen hacia las masas".
Ellos, que acusaban a Lenin y a Trotsky de "conservadores", solo veían una
política posible para el partido revolucionario: "desarrollar una permanente
ofensiva revolucionaria".
Lenin y Trotsky estaban enormemente
preocupados por toda esta situación, la cual preveían que conduciría
irremediablemente a provocar derrotas de un país a otro. Ambos dirigentes
bolcheviques combatieron con todas sus energías y fuerzas esta "teoría
ultraizquierdista". Todas estas ideas ultraizquierdistas condujeron a la
derrota sangrienta de la revolución alemana de 1921.
Aquí tenemos un caso concreto de
consecuencias prácticas de esta tendencia ultraizquierdista, la cual estaba muy
de moda en aquellos momentos y que a cada paso del desarrollo del movimiento
marxista resurge. Estas ideas, como decimos, fueron combatidas por Lenin y
Trotsky, además de haber sido combatidas
antes de ellos por Marx y Engels. Muy a pesar de los defensores de
estas ideas ultraizquierdistas, que nos las presentan constantemente como las
ideas más "revolucionarias", estas ideas no tienen nada en común con las
genuinas ideas del bolchevismo, del marxismo revolucionario, del trotskismo.
Solo representan una burda y fatídica caricatura abstracta del verdadero
socialismo científico.
Estos que siempre nos hablan de la
necesidad de "atacar y atacar", que "juran y perjuran" defender las ideas del
bolchevismo, en el fondo desconocen o hace mucho que han olvidado las
verdaderas ideas de Lenin, que siempre explico que los marxistas para ganar
a las masas no deben saber solo como atacar, sino que también deben aprender el
arte de abordar retiradas de una forma ordenada, saber cómo hacer maniobras,
virar e incluso no dar la batalla a la ofensiva, cuando las condiciones
objetivas son desfavorables para la clase obrera. Un estudio detallado del
bolchevismo y su historia nos brinda innumerables ejemplos de este tipo, de
cómo defender inflexiblemente las ideas, el programa y los métodos, utilizando
las necesarias tácticas flexibles que nos permitan penetrar y fecundar el
movimiento obrero.
En este sentido, la obra que aquí nos
ocupa, "La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo" es una
brillante contribución del gran teórico marxista, V.I. Lenin, a la lucha por
construir un movimiento marxista manteniendo el rumbo fijo por ganar a las
masas, constituir una firme dirección revolucionaria alejada de las muchas ves
tentadoras ideas y métodos que suponen desviaciones políticas hacia el oportunismo
o hacia el ultraizquierdismo. Ambas cosas en realidad son dos caras de una
misma moneda.
El 'Tercer Periodo' estalinista
Sobre la base de todo ese trabajo político
y teórico, Lenin y Trotsky pudieron convencer finalmente a la mayoría de los
partidos comunistas y, al menos durante un tiempo, aplicando las tácticas del
Frente Único, se obtuvieron algunos muy buenos resultados políticos en
diferentes países. Un ejemplo de ello fue el propio Partido Comunista británico,
que consiguió obtener muy buenos resultados y un claro aumento del eco de las
ideas comunistas en el Partido Laborista. Cabe destacar que mediante ese
trabajo los comunistas lograron tener incluso diputados en el Parlamento
británico durante los años 20. De esta forma, siguiendo la política de Lenin,
los partidos comunistas se abrieron camino hacia las masas de los obreros
socialdemócratas, en muchos países y de esta forma parecía que todo indicaba
que el éxito de unas próximas revoluciones estaba siendo asegurado.
Pero como sabemos, durante la enfermedad y
después de la muerte de Lenin, se fue acrecentando el proceso de la
degeneración estalinista en el Estado soviético y dentro del Partido
Bolchevique. Esto hizo añicos la política de la III Internacional y de la
aplastante mayoría de las direcciones de los partidos comunistas, que siguieron
ciegamente las nuevas políticas de la burocracia estalinista, que convirtieron
a las jóvenes e inmaduras direcciones de los diferentes partidos en el exterior
en meras agencias de las directrices de la burocracia rusa.
En aquellos momentos la burocracia
estalinista impuso en la Internacional su política de permanentes zigzags
ultraizquierdistas, llevando a cabo la desastrosa política llamada del "tercer
período", o también conocida como política del "socialfascismo".
Esta política tuvo efectos dramáticos, como explico una y otra vez
desesperadamente Trotsky.
Sin lugar a dudas en el país que tuvo unos
efectos más criminales fue en Alemania, en donde producto de la profunda crisis
social y económica que el capitalismo vivió a principios d ellos años 30, se
produjo una profunda polarización de la sociedad alamana, a izquierda y
derecha. Ya en el año 1932 Alemania tenia una cifra de desempleados de 5
millones de trabajadores, produciendo unos efectos de constantes caídas de los
salarios y recortes al conjunto de los subsidios sociales. Todo ello estaba
llevando a un punto culminante de la situación en las masas trabajadoras alemanas,
que hacían presagiar el estallido de un nuevo proceso revolucionario.
La burguesía alemana estaba aterrorizada
con la perspectiva de una revolución socialista en el país y ante ello
comenzaron sin tapujos, a plena luz del día, a financiar a Hitler y a su
partido nazi. Tan solo, lo cual no era poco, se encontraban con el pequeño gran
problema de que la mayoría aplastante de la clase obrera alemana continuaban
siendo firmes seguidores de sus organizaciones sindicales y políticas
tradicionales (el Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista), los cuales
contaban con millones de votantes. Y lo
que no era menos secundario, los sindicatos de masas contaban con sus propias
milicias armadas, que sumaban más de un millón de miembros.
Todo lo anterior hacia presuponer que los
trabajadores alemanes no deberían de tener demasiadas dificultades en derrotar
en la arena de la lucha a los nazis, y que podrían llevar a cabo sin muchas
dificultades tampoco la conquista del poder, arrebatándoselo de las manos a la burguesía
reaccionaria. Sin embargo, cuando llego el momento clave, la militancia, los
millones de trabajadores y las milicias armadas de los sindicatos se quedaron
paralizados. Fue así como Hitler pudo reírse de haber podido tomar el poder en 1933
"sin romper un cristal". Durante todo este periodo, Trotsky estuvo
exigiendo insistentemente que los comunistas y los socialdemócratas alemanes
formaran un FRENTE UNICO EN CONTRA DE LOS NAZIS.

Pero criminalmente, siguiendo la línea
defendida por Stalin y la Comintern, los dirigentes del Partido Comunista
Alemán de forma deliberada escindieron el movimiento obrero, caracterizando permanentemente
a los Socialdemócratas de "socialfascistas". Todas las advertencias de Trotsky
a los miembros de los Partidos Comunistas cayeron en el vacío. Llegado el
momento clave la poderosa clase obrera alemana se encontró escindida por la
mitad. La situación ultraizquierdista de la política del estalinismo llego
hasta el extremo de que los dirigentes del PC alemán utilizaban consignas tales
como las de "golpear a los pequeños Scheidemanns en las escuelas", llamando
a los hijos de los militantes del PC a agredir a los hijos de los militantes
del Partido Socialdemócrata. Los Nazis organizaron en 1931 un referéndum para
derribar al Gobierno Socialdemócrata Prusia y, criminalmente los dirigentes
estalinistas se les unieron, llamándolo un "referéndum rojo". La política
del "socialfascismo" del estalinismo obtuvo resultados criminales en Alemania,
facilitando el ascenso y triunfo del nazismo, que trajo de la mano la practica
destrucción del conjunto de las organizaciones obreras, incluyendo el propio PC
alemán.
Y estas dramáticas consecuencias no se
limitaron a Alemania, ni mucho menos. En los demás países practicaron las
estalinistas políticas similares, con resultados monstruosos para el futuro de
la revolución socialista internacional. Por ejemplo, en Gran Bretaña, el PC tiro
por la borda la política del Frente Único y arruino todo el trabajo y sus
éxitos previos. Harry Pollit, el dirigente del PC británico comenzó a defender
que "pertenecer al Partido Laborista era un crimen equivalente a romper huelgas". Otro caso dramático fue la actuación de los
dirigentes estalinistas del PCE. En España el Partido quedo reducido en 1930 a
menos de 1.000 militantes.
Aunque es posible que Stalin no quisiera
que Hitler ganara, al igual que es posible que tampoco deseara la derrota de la
Revolución China de 1925-27, en el terreno concreto de la práctica fue su
política la que posibilito e hizo inevitables esas derrotas. La victoria de
Hitler en Alemania fue un punto de inflexión cualitativo, tal y como había
anticipado y previsto León Trotsky, como producto directo de las bases
políticas que estaba defendiendo Moscú, que ya en 1933 había impuesto una total
estalinización en la Internacional, que ahogaba y asfixiaba toda la vida
interna, que había sido una de las principales características de la
Internacional Comunista en vida de Lenin.
Producto de este burocrático control
aplastante de la III Internacional, las direcciones de los distintos partidos
comunistas no fueron capaces de extraer ninguna lección de los acontecimientos.
Por el contrario, algunos dirigentes estalinistas llegaron hasta las
profundidades de la "locura política", planteando que "la victoria de Hitler
era el preludio de la revolución en Alemania: ¡Después de Hitler es nuestro
turno!". Es precisamente sobre la
base de estas lecciones y acontecimientos en los que Trotsky llegó a la
conclusión de que, si después de todo ello los dirigentes de la Internacional
no habían sido capaces de reaccionar, ante una derrota histórica de tal
calibre, era una clara demostración de que la III Internacional había muerto,
como instrumento de la revolución socialista mundial.
Del 'Tercer Periodo' al 'Frente
Popular'
Como es típico en las políticas de los
centristas, tras provocar este desastre en los acontecimientos que podían haber
permitido el triunfo de la revolución en Alemania, Gran Bretaña y en China,
Stalin y toda su camarilla de burócratas pegaron u brusco giro de 180 grados a
su política, pasando sin explicar nada de nada de la política del "Tercer
Periodo" a otra política de igual o peores consecuencias para la clase obrera
mundial, la política del "Frente Popular".
Aquellos que pudieron pensar que esta
política suponía un regreso a la política leninista del Frente Único obrero se
equivocaban por entero. Las políticas de Frentes Populares estalinistas
representaban un retorno a las viejas, podridas y desacreditadas políticas
mencheviques de la COLABORACIÓN DE CLASES CON LOS LIBERALES Y SUPUESTOS
'DEMOCRATAS' REPRESENTANTES DE LA BURGUESIA. Este nuevo zigzag característicos
de toda la política de la burocracia estalinista preparaba el terreno para
nuevas y dramáticas derrotas de la revolución, que tuvo efectos especialmente
nefastos en Francia y sobre todo en la preparación de la derrota de la
revolución española en los años 30, que abrió el camino al triunfo de la
dictadura militar de Franco, que aplasto al movimiento obrero español por 40
años.

Después de utilizar cínicamente para sus
fines contrarrevolucionarios a la III Internacional durante varias décadas, de
utilizar a los PC de todos los países como sus agencias internacionales para
evitar el desarrollo y el triunfo de la revolución en ningún país de Europa y
el mundo, en 1943 Stalin decidió enterrar definitivamente a la III
Internacional, disolviéndola como un gesto más de "buena voluntad" ante los
gobiernos imperialistas, sin molestarse ni siquiera en convocar un Congreso
Internacional que aprobara tal medida.
Las ideas, el programa, los métodos de toda
la política organizativa de Lenin fueron sometida durante décadas a repugnantes
distorsiones, manipulaciones y mentiras de todo tipo de manos de Stalin y de la
Casta burocrática que gobernó Rusia durante décadas. herencia política y organizativa de Lenin
recibió un duro golpe durante todo un periodo histórico. La clara traición del
estalinismo a las genuinas ideas de Lenin puede considerarse justamente como LA
MAYOR TRAICION HISTORICA DE TODA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO y finalmente
llevó a su lógica conclusión; la total y completa destrucción de la URSS y el
paso con armas y bagaje de la vieja burocracia estalinista al campo de la
burguesía internacional, expropiando y robando al mismo tiempo toda la riqueza
económica creada por la clase obrera rusa durante todas esas décadas.
Al igual que Trotsky en su momento, los
marxistas revolucionarios de hoy, lo verdaderos herederos políticos del
bolchevismo leninista, pensamos firmemente que no esta dicha, ni mucho menos,
la ultima palabra. Como en el resto de los países, en Rusia también se esta
gestando y preparando un nuevo proceso de explosiones sociales, de revolución,
que de nuevo pondrá en el orden del día de la clase obrera la lucha por la
transformación socialista de la sociedad, el retorno a las verdaderas y
genuinas tradiciones tradiciones de la revolución de octubre de 1917. El
proceso larvado de la revolución en estos momentos se esta gestando en las
profundidades de la sociedad, dominada por la crisis mundial del capitalismo.
En los próximos años veremos enormes oportunidades de que la clase obrera
ascienda al poder en Rusia, en Europa, en Latinoamérica, en Norteamérica, en
Asia, en África, preparando el futuro hacia una FEDERACION SOCIALISTA MUNDIAL,
el único futuro digno y viable para la humanidad.
Crisis capitalista y del reformismo
hoy
Hoy en día, después de 104 años desde su
publicación, "La enfermedad infantil" continúa siendo un verdadero pilar
de la teoría marxista y de sus métodos de trabajo prácticos, en la lucha por
ganar a las masas. La vitalidad y aparente fortaleza del reformismo de
derechas, que fue predominante en todo el periodo posterior al final de la
Segunda Guerra Mundial, al menos en todo el mundo de los países capitalistas
más avanzados, está llegando a su fin. Ello reflejo y fue la expresión de todo
un periodo de auge y expansión del capitalismo, en cierta forma similar al
vivido durante los veinte años previos al estallido de la Primera Guerra
Mundial.
Pero todo ese periodo ha llega do a su fin,
en un proceso de crisis en crisis capitalista, desde comienzos de los años 70,
que ha tenido su mayor punto de inflexión en la depresión y crisis capitalista
de 2008, la mayor crisis de toda la historia del capitalismo en los últimos 300
años. La crisis en Asia, la lenta agonía del capitalismo en Japón, la crisis
económica y social permanente en Latinoamérica, Europa que no levanta cabeza y
la crisis en el corazón del imperialismo, en los EE.UU. son claros indicadores
de que hemos entrado en todo un periodo histórico nuevo de revoluciones y
contrarrevoluciones a escala planetaria.
Estamos ante el periodo revolucionario de la historia. Todas estas
condiciones están preparando un salto de gigantes en la conciencia de millones
y millones de personas, que se transformara rápidamente. El capitalismo no
tiene nada progresivo que ofrecer a la clase obrera y en todo el mundo esta
comienza a estirar sus músculos, a entrenarlos, para la nueva época en la que
entramos.
Desde luego es impensable que las masas de
un país a otro no se vayan a ver afectadas por toda esta nueva situación
objetiva. Ya existen los elementos centrales que se manifiestan en una profunda
polarización de la sociedad hacia la izquierda y hacia la derecha (hacia la
revolución y la contrarrevolución). Y en este contexto nuevo seria infantil
pensar que las propias organizaciones de masas de la clase obrera no se vayan a
ver afectadas igualmente. Entramos ante el periodo clásico en donde
inevitablemente veremos inevitablemente el surgimiento de tendencias
reformistas de izquierdas, y hasta centristas, con influencias de masas en el
seno de las organizaciones tradicionales de la clase trabajadora. Para el marxismo el término "centrista" no es
ningún insulto, sino que tiene un significado científico, el cual describe a
aquellas tendencias que se posicionan a medio camino entre el reformismo de
izquierdas y genuino marxismo revolucionario. Este fue un proceso generalizado en
el periodo revolucionario entre 1917 a 1923, en donde vimos el surgimiento de
fuertes tendencias centristas de masas en la inmensa mayoría de los Partidos de
la Segunda Internacional, que fueron la base en la que se formaron los nuevos
partidos de masas de la III Internacional, en donde la atracción política del
poderoso polo que significo la Revolución Rusa jugo un papel determinante para
que un importante número de obreros avanzados fueran ganados paras las ideas y
las banderas del marxismo revolucionario internacionalista.
Insistimos como un elemento clave para todo
ello, antes y en este nuevo periodo que se está abriendo en todo el mundo hoy,
en el periodo de los años 20 la cuestión de poder llegar y ganar a los obreros
socialdemócratas para el marxismo fue posible gracias sobre todo a la táctica
flexible de Lenin y Trotsky de la política del FRENTE UNICO, explicada y
resumida brillantemente por estos grandes teóricos como "MARCHAR SEPARADOS,
PERO GOLPEAR JUNTOS", construyendo los comunistas puentes de intervención
codo con codo con los obreros de las bases de las organizaciones reformistas.

Hoy, la crisis general del capitalismo
mundial está suponiendo ya la entrada en crisis completa de las organizaciones
reformistas de derechas, como es el verdadero significado de la crisis terminal
en la que está viviendo PODEMOS en el Estado español, tras su paso y practica
en el gobierno de coalición con los dirigentes derechistas del PSOE, cuyas
políticas los expuso al desnudo ante cientos de miles de activistas,
trabajadores y jóvenes más avanzados políticamente. Como brillantemente explico
León Trotsky sobre el verdadero papel de los reformistas, hoy los reformistas
en todo el mundo no tienen nada progresista que ofrecer a las masas. Las viejas
ideas y prácticas del reformismo se han convertido de hecho en ideas y
practicas CONTRARREFORMISTAS, puestas al servicio de los intereses mezquinos de
la clase dominante, de los grandes empresarios y banqueros en todo el mundo.
Es una necesidad hoy, como lo fue en los
años 20 para los marxistas a cuya formación se dedicaron Lenin y Trotsky, que
en las actuales condiciones objetivas prestemos una especial atención al
desarrollo de inevitables crisis y procesos de escisiones, que de una u otra
forma, se producirán en la mayoría de los partidos reformistas en todos los
países, en los cuales de nuevo veremos el surgimiento de fuertes corrientes
reformistas de izquierdas y centristas. Deberemos estar atentos e intervenir
para ganar a los mejores elementos al marxismo y construir la necesaria
dirección del marxismo revolucionario que tan necesaria es para permitir que la
clase obrera tome el poder de la sociedad.
León
Trotsky explico:
"Desde un punto de vista histórico, el reformismo ha perdido completamente su base social. Sin reformas no hay reformismo, sin un capitalismo próspero no hay reformas. El ala reformista de derechas se convierte en antirreformista en el sentido en que ayuda a la burguesía, directa o indirectamente, a aplastar las viejas conquistas de la clase obrera". (Trotsky, Escritos, 1933-34)
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