¡Justicia para Yolanda González Martín, y los asesinados por el franquismo!

05.03.2025
Yolanda González Martín
Yolanda González Martín

Por José Miguel Gándara Carretero

Yolanda González Martín fue asesinada por elementos fascistas del franquismo durante el período conocido en nuestro país como "la transición", es decir, la fase de paso de la dictadura franquista al régimen democrático burgués que fue el resultado del Pacto de la Moncloa entre los años 1975 y 1982. Yolanda fue asesinada el 1ero de Febrero de 1980 y era militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de España, el partido que formaba parte de la corriente internacional del trotskismo encabezada por Nahuel Moreno. La muerte de Yolanda resuena hasta hoy en nuestro país como símbolo y emblema de la lucha pendiente por juicio y castigo a los responsables del genocidio perpetrado por la dictadura de Franco en nuestro país.

Un crimen de los fascistas del franquismo

Yolanda nació en 1961 en el barrio de Deusto, en la que por aquel entonces era la capital industrial de Euskadi, Bilbao. Sus orígenes eran humildes, puesto que procedía de una familia burgalesa que en pleno éxodo económico habría emigrado al País Vasco en busca de una vida mejor y más estable. Muy pronto, con 16 años, inició su militancia en la facción Izquierda Socialista, de sesgo trotskista, dentro de las Juventudes Socialistas de España.

En plena transición democrática se traslada a la capital de España para cursar estudios de electrónica en un centro de formación profesional del barrio de Vallecas. Con el tiempo, pasa a ser elegida representante estudiantil en la Coordinadora de Estudiantes de Enseñanza Media de Madrid, una organización fuertemente politizada y combativa y que se opuso frontalmente a las reformas educativas del gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD) que gobernó entre 1977 y 1982, coalición moderada presidida por AdolfoSuárez, el que fuera leal y servicial afecto al régimen franquista y que sería cabeza visible de dicho periodo.

Yolanda estudiante y trabajadora
Yolanda estudiante y trabajadora

Yolanda González, para ser exactos, llegó a Madrid en enero de 1979 de la mano se su novio, Alejandro Arizcun, economista de profesión y al que había conocido en una escuela de verano organizada por el PSOE en una masía de la localidad catalana de Sant Martí de Llémena. Además de las anteriormente mencionadas militancias estudiantiles, nada más llegar a Madrid, se afilió a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), desengañada como estaba de las políticas neoliberales y pactistas del PSOE de Felipe González, un partido que además de renunciar a la lucha de clases y al marxismo, había consumado a sus ojos una traición pactando durante la transición con las fuerzas más reaccionarias en una suerte de equilibrismo ideológico, llegando a acuerdos sobre cuestiones controvertidas como la amnistía a los crímenes de la dictadura

Unas semanas más tarde y junto a otros compañeros de lucha, crearon una nueva formación política a la que llamaron Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Paralelamente a su militancia revolucionaria, y para poder costear su estancia en la capital, iba encadenando diversos trabajos como empleada de hogar y canguro. De esta manera, entre luchas estudiantiles y su militancia política en organizaciones que representaban la punta de lanza contra el orden supuestamente democrático establecido, es como transcurrieron los primeros meses de Yolanda González en la capital de España, una ciudad, que como el resto del país, intentaba zafarse del oscuro manto de una de las dictaduras más genocidas de la Historia contemporánea, la dirigida por Francisco Franco entre 1939 y 1975 tras una sangrienta guerra civil.

Yolanda vivía en el número 101 de la calle Tembleque, en el popular barrio obrero de Aluche, en un piso que compartía con su novio y con otra compañera, también militante del PST, Mar Noguerol. La mañana del 1 de febrero de 1980 transcurrió con absoluta normalidad. Se fue al trabajo y ya por la tarde acudió a la sede del partido para participar en una asamblea que se había convocado con el fin de analizar todos los datos e incidencias sobre la huelga de la enseñanza, habiéndose cumplido ya el quinto día de los siete de lucha convocados.

Al finalizar la asamblea informativa, se entretuvo paseando y tomando algo con una de sus más entrañables amigas, Rosa Torres. Se despidieron y se marchó de vuelta a su casa de Aluche. En las inmediaciones de su domicilio la esperaban agazapados los integrantes del Grupo 41, una organización ultraderechista de carácter paramilitar y con fuertes vínculos al partido político de Fuerza Nueva, liderado en aquel momento por Blas Piñar, quien llegó a ser diputado mediante una coalición de partidos ultraderechistas en 1979 llamada Alianza 18 de julio. El Partido Fuerza Nueva era una fuerza política franquista, que reivindicaba el régimen franquista y proponía defender los principios fascistas, religiosos y culturales del franquismo. 

Yolanda en su casa
Yolanda en su casa

Dos de los miembros del comando, Emilio Hellín Moro e Ignacio Abad, subieron hasta el domicilio situado en el cuarto piso del número 101 de la calle Tembleque, permaneciendo el resto en los alrededores, en labores de vigilancia. Llamaron a la puerta y Yolanda les abrió no sin cierta desconfianza, identificándose estos como miembros de la policía y propinándole un fuerte empujón que la derribó.

Acto seguido procedieron a un superficial registro del piso buscando alguna prueba que la pudiera vincular con la banda terrorista ETA y a punta de pistola la obligaron a acompañarlos hasta su coche. Durante el trayecto se producen varios forcejeos y la someten a un interrogatorio, preguntando insistentemente sobre su presunta pertenencia al grupo guerrillero ETA, pero ella lo niega una y otra vez. Durante el trayecto, fue maltratada con contundencia. Finalmente llegan a un descampado próximo a San Martín de Valdeiglesias, donde detienen el coche y la obligan a bajar. Son unos minutos en los que, según el testimonio del propio Hellín, intercambian algunas palabras sin determinar, hasta que, apunta con una pistola P-38 Walther del calibre 9 mm Parabellum a la cabeza de Yolanda, presiona el gatillo dos veces y la joven cae desplomada. Es entonces cuando su cómplice, Ignacio Abad, le exhorta a que realice un tercer disparo a modo de tiro de gracia, disparando éste un tercer fogonazo con el cuerpo ya tendido.

Un crimen aún impune que todavía conmueve al país

El cadáver fue hallado a la mañana siguiente por dos trabajadores que casualmente pasaban por allí, no siendo identificado hasta el mediodía del 2 de febrero. Durante ese mismo día, Emilio Hellín ya se había encargado de reivindicar el acto criminal, mediante un comunicado telex enviado a la Agencia EFE, en nombre del Grupo 41 del Batallón Vasco Español (BVE), una organización terrorista parapolicial identificada en ocasiones con la Alianza Apostólica Anticomunista o también conocida como la Triple A

Ni que decir tiene la gran consternación que este nuevo crimen de la extrema derecha provocó en toda la sociedad española, en el partido al que pertenecía Yolanda y en su entorno más inmediato. En el funeral se pudieron oír gritos de «¡UCD, UCD, la pistola se te ve!«, en alusión a la complicidad del Gobierno de entonces. Así mismo, el diputado socialista Juan Barranco haría unas declaraciones cuando menos de indirecta acusación hacia los resortes y estructuras de un Estado que todavía no se había desprendido de la inercia represiva de la dictadura en lo que más tarde diferentes organizaciones de izquierda denunciamos respecto del este crimen de lesa humanidad.

Cinco días después del asesinato, el policía nacional Juan Carlos Rodas (anteriormente de la Policía Armada, cuerpo represor del franquismo), asustado por el desarrollo de los hechos y sus posibles consecuencias, decidió delatar a los componentes del Grupo 41 que habían participado en el terrible crimen. Emilio Hellín e Ignacio Abad fueron inmediatamente detenidos, sin embargo, Félix Pérez Ajero y José Ricardo Prieto se dieron a la fuga manteniéndose en paradero desconocido durante varias semanas antes de presentarse ante el juez instructor del caso. Una vez detenidos y puestos a disposición judicial todos los participantes en el asesinato, la Audiencia Nacional procesó a Emilio Hellín Moro, Ignacio Abad Velázquez, José Ricardo Prieto, Félix Pérez Ajero, Juan Carlos Rodas y David Martínez Loza y los condenó a diversas penas según su grado de implicación en los hechos.

Emilio Hellín Moro fue condenado a algo más de 43 años de prisión por asesinato, allanamiento de morada, detención ilegal, depósito de armas de guerra, armas de defensa, municiones, tenencia de explosivos, falsificación de DNI y uso público de nombre supuesto. Ignacio Abad Velázquez fue sentenciado algo más de 28 años de condena por asesinato, allanamiento de morada, detención ilegal y tenencia ilícita de armas. Félix Pérez Ajero y José Ricardo Prieto recibieron unos 6 años de condena por allanamiento de morada, detención ilegal y tenencia ilícita de armas (tenencia ilícita de explosivos en el caso de Prieto). David Martínez Loza fue condenado a unos 6 años de cárcel por inducción de allanamiento de morada y detención ilegal. Era en el momento de la comisión del delito Jefe Nacional de Seguridad de Fuerza Nueva y, por tanto, con vínculo directo con el entonces líder de esta formación, Blas Piñar.

Yolanda y compañeros
Yolanda y compañeros

Juan Carlos Rodas fue sentenciado a 3 meses de prisión por allanamiento de morada y detención ilegal. La levedad de la condena se debe a su necesaria y voluntaria colaboración con la justicia. Según su propio testimonio, pensaba que a Yolanda González se le haría un interrogatorio para averiguar si pertenecía a ETA, pero no que se le fuera a secuestras y/o a asesinar.

En 1987, el principal encausado y autor material del asesinato, Emilio Hellín, se dio a la fuga tras recibir de forma inexplicable un permiso en la cárcel de Zamora, en la cual había permanecido desde prácticamente el inicio de su condena. Aprovechó la coyuntura para huir a Paraguay donde se instaló llevando una vida aparentemente normal ya que gozaba de la protección del dictador militar Alfredo Stroessner, con el que Fuerza Nueva mantenía unas inmejorables relaciones, y que, de hecho, se sabe que daba cobijo a otros militantes de la extrema derecha española, como es el caso de los Guerrilleros de Cristo Rey, así como a nazis de la talla de Josef Mengele.

En Paraguay, siempre con la inestimable ayuda del aparato represor del dictador, Hellín prosperó económicamente llegando a convertirse en un empresario de éxito, logrando pasar desapercibido durante varios años. Sin embargo, su dulce destierro se termina cuando José Luis Morales, un conocido periodista de Interviú, dio con su paradero. Tras la caída de Stroessner, las autoridades españolas consiguieron su extradición, que se produjo en el mes de septiembre de 1989 a manos de la Interpol. En julio de 1995 fue clasificado en tercer grado penitenciario y un año después consiguió la libertad condicional. De los 43 años a los que inicialmente fuera condenado solo llegó a cumplir 14.

Yolanda González y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST)

"Escribe Mariano Aguirre en su libro La Transición Sangrienta que «las víctimas de la violencia política pueden morir dos veces: con su asesinato y con el olvido». Cómo hemos dicho a lo largo de este artículo, Yolanda militó en las filas del PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Pero, hagamos un poco de historia para poner en contexto la militancia política de esta camarada. El PST se definió desde un principio como un partido trotskista de acción, obrero, socialista, antiburocrático e internacionalista que se ubicaba por fuera del Pacto de la Moncloa, y denunciaba a los dirigentes del PSOE y el PC por haber pactado con el franquismo y la monarquía. 

Toda una corriente de activistas se sintió necesitada de construir una alternativa principista, frente a la traición del PSOE y el PC. Yolanda fue parte de esa corriente inclaudicable que se organizó con el trotskismo ortodoxo del PST, en una batalla contra la traición del revisionismo socialdemócrata, stalinista y mandelista. El PST era la expresión del trotskismo ortodoxo en España, la corriente encabezada por Nahuel Moreno que en Argentina había fundado el PST como homenaje al PST de los Estados Unidos fundado por León Trotsky y James Cannon y había constituido la base para el desarrollo de la IV Internacional.

Pero mantener una actitud inclaudicable de lucha contra el fascismo, apartándose de todo pacto con los franquistas, era una actitud de enorme valentía de los trotskistas ortodoxos españoles que podía costarles la vida. Los fascistas de Nueva Derecha y otros grupos paramilitares que actuaban con total impunidad tenían en la mira a cualquier activista de izquierda que afectara sus intereses, por lo cual Yolanda es sin dudas una mártir del trotskismo ortodoxo, del Marxismo consecuente que nunca aceptó bajar las bandera de la lucha contra el fascismo y el franquismo. 

El asesinato de Yolanda en Madrid en febrero de 1980 a manos de pistoleros fascistas le dio al PST una gran notoriedad y repercusión pública. El PST puedo reunir los avales y certificaciones para presentar listas en las elecciones con lo cual en las elecciones legislativas de 1982 logró 20.099 votos e integró en sus listas candidatos del Partido Obrero Revolucionario de España. Desde 1983 concurrió a todas las elecciones en solitario, con los siguientes resultados: 5.384 votos en las autonómicas de 1984; 11.540 votos en las legislativas de 1986; 5.794 votos en las autonómicas de 1988; 12.322 votos en las legislativas de 1989 y 10.270 votos en las autonómicas de 1992. Cinco años después de la muerte de Nahuel Moreno, la corriente por el encabezada llegó a una crisis que se expresó en nuestro país con la crisis del PST que en julio de 1993 se dividió para luego desaparecer como un polo importante del activismo revolucionario español.

Sin dudas, la lucha por el juicio y castigo a los responsables de la muerte de Yolanda es una de las tareas democráticas mas importantes. No nos referimos solamente a los autores materiales que llevaron a cabo con sus propias manos los crímenes, nos referimos también a los autores intelectuales, aquellos que fueron capaces de ordenar, orientar, y desarrollar una política destinada a perseguir, reprimir, asesinar y torturar a todos aquellos que lucharan por los derechos y libertades democráticas del pueblo. La lucha por Justicia para Yolanda es intrínsecamente inseparable de la lucha por la Justicia por todos aquellas víctimas del régimen franquista tanto en la "transición sangrienta", como durante los años de la dictadura. Desde La Marx España proclamamos que la lucha de Yolanda no ha sido en vano, seguimos y reivindicamos sus pasos, y convocamos a unirnos junto a activistas, defensores de las libertades democráticas, dirigentes sociales, sindicales, políticos, y familiares de víctimas para concretar la justicia necesaria contra la impunidad impuesta por la Moncloa, en el camino por la lucha por una España Socialista.

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