El pasado 5 de abril del 2025 miles de personas se congregaron en protestas en 40 ciudades del país. Más de 100 mil personas marcharon en Madrid por el derecho a la vivienda, exigiendo rebajas en los alquileres y los costos de las casas en claro cuestionamiento al gobierno capitalista de Pedro Sanchez y Yolanda Díaz . Las protestas están...
A 93 AÑOS DE LA II REPUBLICA ESPAÑOLA - Revolución y Contrarrevolución

A 93 AÑOS DE LA PROCLAMACION DE LA II REPUBLICA
PROLOGO a "Escritos sobre la Revolución española" (1930-1931) - L. Trotsky
"El proletariado español ha manifestado cualidades militares de primer orden. Por su peso específico en la economía del país, por su nivel político y cultural, se encontró, desde los primeros días de la revolución, no por debajo, sino por encima del proletariado ruso al comienzo de 1917".
León Trotsky, Lección de España: Ultima Advertencia
Por Salvador Pérez, Málaga, 14/04/2024
Este
14 de abril se cumplen noventa y tres desde que en 1931 la movilización de las
masas españolas, tras largos meses de manifestaciones y huelgas y tras
celebrarse elecciones municipales, derribaran y echaran del país a la odiada
monarquía de Alfonso XIII. Su salida del país fue recibida con una verdadera
ola de júbilo por las masas españolas, que proclamaron la constitución de la II
República española.
El trotskista norteamericano, Félix Morrow, califico en su excelente libro el nacimiento de la II República española de la siguiente forma: "Gloriosa, incruenta, pacífica, armoniosa" fue la revolución del 14 de abril de 1931. Dos días antes el pueblo había votado la coalición republicano-socialista en las elecciones municipales; esto fue suficiente para terminar con Alfonso. La república española llegó tan fácilmente... Su advenimiento, sin embargo, fue casi el único hecho incruento conectado con la revolución antes o desde 1931.
Durante un siglo España
había intentado crear un nuevo régimen. Pero la parálisis de siglos de
decadencia senil, desde los días del imperio habían frustrado cualquier
intento. La historia de las derrotas y sus castigos fue sangrienta. Cuatro
revoluciones importantes antes de 1875, seguidas por cuatro terrores blancos,
fueron simplemente crescendos en una sinfonía casi continua de revueltas
campesinas y motines militares, guerras civiles, insurrecciones regionalistas,
pronunciamientos del ejército complots de las camarillas cortesanas.
Cuando la burguesía moderna
irrumpió tardíamente en escena, no pasó a preparar la revolución burguesa. El
transporte y la industria moderna datan de la guerra hispano-americana, que
trajo a España un nuevo fermento. Los años 1898-1914 son llamados del
"renacimiento nacional" (fueron también los años de penetración del
capitalismo mundial en la India). Los industriales españoles y catalanes que
florecieron en esas dos décadas rivalizaban en lealtad a la monarquía con las
más antiguas familias propietarias de la tierra. Algunos -como el conde de
Romanones- fueron ennoblecidos, compraron grandes extensiones de tierra y
combinaron en sus propias personas la antigua y la nueva economía; otros
fortalecieron los lazos entre ambas a través de hipotecas y matrimonios con la
aristocracia. El rey mantuvo los atavíos feudales, pero apenas tuvo reparos en
asociarse con la burguesía en sus aventuras económicas más dudosas. Buscando
nuevos campos de explotación, la burguesía obtuvo de Alfonso la campaña y
conquista de Marruecos, comenzada en 1912. Con la rentable neutralidad de
España durante la guerra mundial, Alfonso logró el apoyo de la burguesía, que
durante cuatro años encontró el mercado mundial abierto a sus mercancías.
Cuando después de la guerra
los imperialistas recuperaron el mercado, el proletariado catalán y español
emprendió grandes luchas y los campesinos y obreros no respetaban al régimen a
raíz de los desastres militares en Marruecos, los industriales catalanes
financiaron el golpe de Primo de Rivera.
El programa del dictador,
de obras públicas y control de precios, prohibición de los anarcosindicalistas
y los comités paritarios obligatorios para los sindicatos socialistas, dio un
nuevo ímpetu a la industria y Rivera y Alfonso obtuvieron la adulación más
ferviente de la burguesía. La crisis mundial truncó la prosperidad española y
Rivera cayó, junto con la peseta, en enero de 1930. Pero la burguesía, en su
mayor parte, todavía se aferraba a Alfonso. Así, el 28 de septiembre de 1930,
en un acto de masas contra la política del gobierno, Alcalá Zamora, que iba a
presidir la república, pudo aún terminar su discurso con una alabanza a la
corona.
Mientras tanto, en mayo de
1930 los estudiantes y obreros de Madrid había enarbolado banderas rojas y
republicanas. Se produjeron disparos en los enfrentamientos con la policía. En
septiembre los socialistas y la UGT pactaron con los grupos republicanos para
terminar con la monarquía: huelgas generales revolucionarias se sucedieron en
Sevilla, Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia, con gravísimos encuentros con las
fuerzas armadas en cada caso. La sublevación de soldados del 12 de diciembre,
realizada precipitadamente antes del momento planeado, frustró un levantamiento
de obreros que debía coincidir con un motín republicano en el ejército; pero la
ejecución de los líderes provocó la firma de un manifiesto por los dirigentes
republicanos y socialistas que anunciaba el siguiente objetivo: La inmediata
instauración de la república. Los firmantes fueron encarcelados en la Prisión
Modelo, de Madrid, que se volvía así el centro de la vida política española. El
intento desesperado del primer ministro Berenguer de establecer unas Cortes,
basadas en el viejo modelo, de apoyo a Alfonso, fue derrotado por el boicot
republicano-socialista; Berenguer dimitió. Las elecciones municipales
demostraron que las masas estaban con la república.
Sólo en este último momento
los industriales, atemorizados por las huelgas generales, el progresivo aumento
de armas en poder de los obreros que se realizaba abiertamente y por la amenaza
socialista de una huelga general nacional, decidieron que la monarquía era un
sacrificio barato que había que hacer a los lobos revolucionarios. Entonces, y
sólo entonces, cuando el mismo Alfonso aceptaba que luchar era inútil, la
burguesía aceptó la república.
El espíritu de la nueva
república se caracteriza por el hecho de que el más antiguo y el mayor de los
partidos republicanos, el Partido Radical de Lerroux, no hizo nada para traerla
y pronto se alió con los monárquicos. Los cargos contra este partido, de
sobornos, chantajes, engaños y estafas, llenan tres décadas del parlamentarismo
español. Los demagogos del Partido Radical sirvieron a la monarquía en su lucha
contra el nacionalismo catalán. El robo y el chantaje que hicieron famosos a
sus homónimos francesas (ahora encabezando el Frente Popular) empalidecen al
compararlos con las atrevidas campañas que los radicales españoles dirigieron
contra banqueros e industriales y que terminaron repentinamente, en cada caso,
al ser entregado silenciosamente el esperado y abultado sobre. Dentro del
Partido Radical, el método de polémica normal eran mutuas acusaciones de
corrupción y chantaje. A causa de su historia, extremadamente sucia, y a pesar
de ser el partido burgués republicano más antiguo y más numeroso, hubo una
oposición fortísima a que participara en el primer gobierno republicano. Esta
oposición vino hasta de los católicos que, como Alcalá Zamora, al principio
estaban seriamente a favor de la república y que, al haber sido ministros de la
monarquía, sabían muy bien cómo Alfonso había utilizado a los radicales".
("La Guerra Civil en España - Revolución y Contrarrevolución en España"- F. Morrow)

Igualmente nuestros lectores podrán
observar en los escritos sobre La Revolución española (1930-1939), de León Trotsky, para los cuales está escrito este
breve Prologo, el gran conocimiento que poseía el revolucionario ruso sobre la
situación en España y sobre todo la capacidad que tuvo, basada sobre los cimientos
del análisis de los acontecimientos bajo el prisma del método científico del
marxismo, de prever las líneas generales por donde habrían de discurrir los
procesos, desde la inicial crisis de la monarquía allá por el año 1930, su derrocamiento y su brillante perspectiva del desenlace, que acabaría por confirmarse, en una lucha viva entre las fuerzas de la revolución
y la contrarrevolución, cuya más drástica situación se expresa mediante la guerra
civil, la cual comenzó cuando la reacción militar fascista se levanto en armas en
contra del régimen republicano burgués, que se inicio el 18 de julio de 1936.
El
golpe militar fue planeado, bendecido y financiado por la burguesía española,
de la mano de la burguesía europea y mundial, apoyado por régimen fascista de Benito
Mussolini en Italia y el régimen Nazi de Adolf Hitler en Alemania. Pero a
diferencia de lo que ocurrió en otros países europeos, la clase obrera española
frente a los planes de establecer una dictadura militar en España, a partir del
18 de julio de 1936 llevo adelante una genuina insurrección proletaria en todo el
territorio que continuo bajo control del gobierno de la II República y durante
más de tres años los trabajadores, la juventud y los campesinos pobres
(jornaleros) españoles combatieron con las armas en las manos al fascismo,
llevando a cabo una autentica lucha por llevar a cabo al mismo tiempo la transformación
socialista de la sociedad.
Hoy
en día, 93 años después de aquellos acontecimientos que mostraron un faro de
luz y esperanza a millones de trabajadores de Europa y de todo el mundo, nos
encontramos ante la trágica situación de que fruto de la política consciente de
la clase dominante y de los dirigentes reformistas y estalinistas, que durante
décadas han estado arrojando tierra a los ojos de las masas para ocultar los
verdaderos acontecimientos que tuvieron lugar, estamos ante al menos dos
generaciones nuevas que no tienen casi conocimiento de los hechos
que ocurrieron en aquellos años 30 en el Estado español.
León
Trotsky afirmo en aquellos años que "el proletariado español no había tenido
una, sino una docena de oportunidades de haber tomado el poder en sus manos y
comenzar la tarea de la transformación socialista de la sociedad". Y ello
reflejaba la verdad y solo la verdad, de todo un periodo convulsivo que
vivió España en los años 30. Tras el derrocamiento de la monarquía el 14 de
abril de 1931, el proletariado español protagonizo los acontecimientos revolucionarios, que dieron paso a la Comuna de Asturias en octubre de 1934 y tras
el alzamiento de los fascistas en julio del 36 vimos una heroica respuesta, con
las armas en las manos, de la clase obrera, desde Madrid a Barcelona, a Málaga,… en un proceso en donde la clase obrera española constituyo, creo y formo genuinas milicias obreras, procediendo a colectivizar las empresas y las tierras.
Durante
todos esos procesos se podía observar una y otra vez los intentos de la clase
obrera y los jornaleros españoles de llevar adelante las tareas propias de la
revolución socialista, en un fuerte latir de acontecimientos revolucionarios
sin parangón en la historia, solo comparable con los extraordinarios
acontecimientos que llevaron adelante los trabajadores, los campesinos y los
soldados durante la revolución rusa de 1917, que culminaron en Octubre con
la toma del poder por parte de los Soviets, dirigidos ya por el Partido
Bolchevique, con Lenin y Trotsky al frente.
Hoy,
a 93 años de aquellos acontecimientos se hace totalmente necesario volver a
examinar todos aquellos acontecimientos en el territorio de la Península Ibérica, con el objeto de extraer de ellos las necesarias enseñanzas de cara al presente y
al próximo periodo, sobre todo después de que todos aquellos acontecimientos hayan
sido ocultados durante décadas debajo de toneladas de mentiras y falsedades, primero por los 40
años de dictadura militar de Francisco Franco y luego por la "democrácia de monarquía parlamentaria burguesa" que heredo las estructuras de ldictadura.
Hasta el día de hoy han continuado los "ganadores" y los dirigentes reformistas y estalinistas, que provocaron "la derrota", distorsionando aquellos acontecimientos, para lo cual en sus mentiras y falsedades no han dudado en utilizar toda una verdadera montaña de mentiras, con el único objetivo de justificar sus políticas de colaboración de clase con los restos de la
dictadura franquista, los cuales vistieron de forma adecuada con el falso ropaje de "personas demócratas de toda la vida". Estos dirigentes reformistas, con Santiago Carrillo y Felipe González al
frente, lo que hicieron realmente fue protagonizar una nueva traición a los genuinos intereses de la clase obrera española, en lo que se conoce como la modélica "Transición
a la Democracia", que se suma a la que sus predecesores llevaron a cabo en los años 30.
Se
impone pues, que desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera y
de los oprimidos que podamos ofrecer un examen real y objetivo de todos aquellos
hechos y acontecimientos, que ocurrieron hace 93 años, pero que tienen una enorme importancia, decisiva, para que podamos afrontar, aprendiendo de aquellos
acontecimientos, las luchas que inevitablemente se van a desarrollar en este
próximo periodo. Como explico el clásico, "quien no aprende de la
historia esta condenado a repetir todos los viejos errores del pasado".
Durante todo este
tiempo no han faltado, de forma regular y periódica, la publicación de libros,
de biografías de personajes, de relatos, sobre el periodo de aquellos años en
el Estado español. La mayoría para "justificar" las traiciones de dirigentes
individuales y de direcciones de organizaciones, que en todos los casos se
pusieron, de una u otra forma, bajo la influencia de la clase dominante y de
una u otra forma ayudaron a fraguar la derrota de la revolución proletaria
española. Casi todas ellas tienen denominadores y argumentos comunes, que
entran de lleno en las autojustificaciones de sus posturas de traición a la
clase trabajadora y de justificación de sus actuaciones del reciente presente,
en el que de nuevo han defendido policitas que llaman de "reconciliación" y que
no dejan de ser políticas de colaboración de clase, cuyas únicas funciones son
seguir manteniendo al frente del poder en la sociedad a la burguesía, a los
banqueros y a los terratenientes, a esos mismos reaccionarios que en 1936 auspiciaron y financiaron el levantamiento
militar en contra del pueblo español.
Por una parte, tenemos textos, Tesis
y discursos de los dirigentes reformistas, estalinistas y anarquistas que nos
muestran siempre una imagen idílica de "las realizaciones alcanzadas y los logros
obtenidos durante la II República", al tiempo que nos cuentan las fabulas y
lamentos estériles sobre "el tremendo error de la lucha y la guerra entre
hermanos, que jamás debería de repetirse". Eso en los mejores de los casos. En
otros mas descarados tenemos las "historias de las atrocidades del terror rojo,
que provoco e hizo inevitable el levantamiento fascista de los militares para
salvar a España", con la pretensión de justificar el golpe de Estado y la
guerra civil que provoco, que permitió el establecimiento del régimen
franquista que se basó en brutales crimines contra la clase obrera y el establecimiento
de un régimen de puro terror que duro una negra noche de cuarenta años en
España.
A cualquiera que realmente quiera
conocer la verdad le resultara inútil y una verdadera pérdida de tiempo buscar
y leer todo ese torrente de libros, de artículos en revistas y periódicos, de
documentales televisivos, en donde tan solo se persigue ocultar la verdad de lo
acontecido en el periodo de la guerra civil española. Los historiadores
burgueses, los estrategas de la clase dominante y los dirigentes reformistas y
estalinistas jamás podrán reconciliarse con la realidad que expreso la guerra
civil: esta verdad que significa que no vimos en aquel periodo nada más que la
expresión más profunda de la lucha de clases en aquella época y que no
significaba otra cosa que la lucha a vida o muerte de la clase obrera y el
campesinado pobre, jornalero, español por librarse de las atroces condiciones
de vida a la que les sometía la clase dominante, una lucha de la revolución
social la cual se desarrolló por un periodo de cinco ricos años de
acontecimientos y que finalmente fue respondida por los empresarios, los
banqueros y los terratenientes, que utilizaron a sus siempre aliados fascistas
para provocar un baño de sangre, a ráfagas de metrallas, bombardeos y la
utilización de los paredones de ejecución, en donde la consigna era "muerte al
rojo".

Cuando, a pesar de sus propios
dirigentes instalados en el "Frente Popular, los trabajadores españoles comenzaron
a amenazar el poder sobre la sociedad y la economía de la burguesía, TODA LA
PALABRERIA VACIA SOBRE LA DEMOCRACIA fue arrojada por la borda y la
sustituyeron rápidamente por las pistolas, los puños de acero y la provocación
de exterminio físico de cientos de miles, mas de un millón de trabajadores y
jóvenes, que representaban la flor y la nata de la clase obrera y el movimiento
jornalero.
Aquella sociedad que no es capaz de
aprender de las lecciones que se desprenden de los acontecimientos que viven
nunca estará en condiciones de encarar las luchas del futuro para que terminen
exitosamente, desde el punto de vista de los intereses de nuestra clase. Es por
ello que las nuevas generaciones de luchadores tenemos la obligación de conocer
y estudiar aquellos acontecimientos históricos vividos en los años 30, que en
su momento representaron un faro de esperanza para las masas del mundo entero,
de la humanidad, para comenzar las tareas históricas de nuestra clase de la
transformación de la sociedad, tal vez los acontecimientos más importantes
vividos desde la revolución de octubre del 17 en Rusia.
El análisis de los marxistas hoy
indica que en este próximo periodo nos enfrentaremos a tareas similares,
idénticas en su significado, a aquellas que vivieron la generación en los años
treinta. Los mismos objetivos estarán puestos en el orden de día de las luchas
en las que a nivel global estamos entrando.
En este próximo periodo, en el futuro, las
mismas tareas a las que se enfrentaron las generaciones que nos precedieron
estarán puestas en el orden del día. Nuevamente estarán puestas ante nuestros
ojos las tareas titánicas de luchas revolucionarias de las masas para poder
conquistar las condiciones reales para una vida digna; por tener empleos,
salarios, educación para nuestros hijos, derechos plenos a la salud, viviendas
y en definitiva medios dignos para vivir una vida realmente humana.
Ello fue el
significado y el motor de las luchas de aquellos años y será el motor que nos
mueva en este próximo periodo a luchar en gigantescas movilizaciones para
derrocar al decrepito capitalismo y construir una sociedad socialista que
garantice el avance progresivo para la humanidad. Es, por tanto, en este sentido, por lo que
tiene realmente importancia estudiar las lecciones de los procesos
revolucionarios del pasado, en este caso los importantísimos acontecimientos de
la revolución española en los años 30: los métodos de las luchas del
proletariado. La situación que se creó de Doble Poder, las políticas de las direcciones
de las organizaciones obreras, sus claros errores, el papel reaccionario que
jugo el estalinismo...
La II República, una república burguesa
V. I. Lenin explico, con su típica claridad y elocuencia, en una Conferencia que pronunció en la Universidad Sverdlov, el 11 de julio de 1919, que,
"cualquiera sea la forma con que se encubra una República, por democrática que sea, si es una república burguesa, si conserva la propiedad privada de la tierra, de las fábricas, si el capital privado mantiene a toda la sociedad en la esclavitud asalariada, entonces ese Estado es una máquina para que unos repriman a otros. Debemos rechazar todos los viejos prejuicios acerca de que el Estado significa la igualdad universal pues esto es un fraude; mientras exista explotación no podrá existir igualdad. El terrateniente no puede ser igual al obrero, ni el hombre hambriento igual al saciado".
Hacia
finales del año 1930 la monarquía de Alfonso XIII, bisabuelo del actual rey de
España, Felipe VI, estaba carcomida hasta sus entrañas por una profunda crisis
económica y política, por un movimiento ascendente de contestación social entre
amplias capas de la pequeña burguesía, manifestaciones de los estudiantes y el
movimiento obrero, que comenzaba a moverse hacia el terreno de la lucha y la
Huelga General.
Toda
la situación provocaba que incluso antiguos partidarios de la monarquía, que por alguna misteriosa razón se
consideraban a sí mismos como grandes prohombres, estaban llegando a la
conclusión de que el final de la monarquía se acercaba y como siempre ocurre en
las etapas de crisis, "como verdaderas ratas comenzaban a buscar salvarse a sí
mismos abandonando el barco que se comenzaba a hundir, el de la monarquía".
Era
el momento adecuado para que, si hubiera existido unas direcciones de
izquierdas, con ideas claras y defendiendo un genuino programa en defensa de la
clase trabajadora, en el PSOE y en la UGT, con un claro programa de movilizar a
la clase obrera y al movimiento jornalero, rápidamente le hubieran dado la
puntilla final a la monarquía. Pero las organizaciones socialistas estaban aún
dominadas por dirigentes que tenían una muy arraigada política de colaboración
de clase, con predominio de dirigentes reformistas de derechas que no estaban
dispuestos bajo ninguna circunstancia a jugar un papel independiente en la
lucha para derrocar a Alfonso XIII.
Estas
políticas "moderadas", por llamarlas elegantemente, de los dirigentes
socialistas fueron las que dieron en aquellos momentos todo el protagonismo en
el movimiento a representantes de la pequeña burguesía, incapaces de jugar un
papel independiente de la burguesía en todo caso, al igual que a antiguos
monárquicos que de la noche a la mañana se proclamaban "republicanos", como era
el caso de Miguel Maura o del ex ministro de Alfonso XIII, el ínclito Niceto
Alcalá Zamora. Todos ellos tenían un claro objetivo de clase en sus acciones,
para lo cual tomaron la iniciativa: buscar una salida "democrática", al
objeto de evitar una explosión revolucionaria de las masas.
La
monarquía sabiéndose carentes de contar con una base social y temiendo ser
incapaces de contener una Explosión Social revolucionaria, que amenazaría no
solo la existencia de la monarquía, sino del propio Sistema capitalista en el
que se basaba, maniobro una y otra vez con el propósito de 'ganar tiempo'. Al final, viéndose acorralados cada vez más, convocaron para el 12 de abril de
1931 ELECCIONES MUNICIPALES. Ellos eran expertos en manipular y realizar
fraudes de todo tipo en los procesos electorales de todo tipo y aun tenían la
esperanza de que podrían ganar el apoyo para la monarquía de "sectores
republicanos", con el argumento manido de construir una "monarquía
constitucional parlamentaria".
Pero
como decíamos, a pesar del fraude electoral y de la intervención activa en las
zonas rurales de los caciques monárquicos, ya era tarde para la monarquía. Se
produce un claro triunfo, masivo, de los candidatos republicanos y socialistas,
sobre todo en las grandes ciudades y capitales de provincias. Tras ello,
espontáneamente las masas salen a festejar el triunfo a las calles y desde los
propios Ayuntamientos es proclamada claramente la II República.
Como
una demostración, una vez más de que para la burguesía lo importante no es el
régimen político en sí mismo, sino que ella siga siendo la clase social
dominante en la sociedad, la burguesía española no opuso resistencia alguna a
la proclamación de la República, ni se planteó utilizar el ejército para
impedirlo; tan solo se limitó a considerar el hecho de la caída de la monarquía
como un mal menor, al mismo tiempo que comenzó a ganar tiempo para recomponer
la correlación de fuerzas en la sociedad, en aquellos momentos están en su
contra, para utilizar el nuevo régimen político, la II República, en su propio
beneficio.
De
cualquier forma, una idea central recorría la mente de la clase dominante, de
sus estrategas y de los propios intelectuales, en aquellos momentos: "Los
españoles han echado al último de los borbones, Alfonso XIII, no por rey, sino
por ladrón" (Ramón María del Valle-Inclán). Este autor, figura literaria que se adhirió a la corriente
del 'Modernismo', fallecido el 5 de
enero de 1936, no vivió nuestros tiempos, de lo contrario estamos seguros que
no comprendería como los borbones actuales no han sido depuestos hace ya
décadas, conociendo lo que hoy conocemos de las fechorías del nieto de Alfonso
XIII, el emérito rey Juan Carlos I.
Los acontecimientos en España en 1931 nos
muestran a las claras que siempre la clase dominante es una clase social
práctica, que utiliza para sus intereses todo aquello que le permite seguir perpetuándose
en sus posiciones dominantes y privilegiadas en la sociedad. Las
consideraciones formales y las meras apariencias les trae en el fondo siempre
sin cuidado.
Aquellos que nos hablan de la importancia de
las formas, de las denominaciones de los regímenes políticos bajo el
capitalismo, jamás han sido capaces de entender, mucho menos de explicarnos,
¿porque la burguesía en un momento apoya un Sistema basado en la democracia
parlamentaria, ya sea monárquico o republicano, y en otras ocasiones
directamente apoya el establecimiento de regímenes bonapartistas, de dictaduras
militares o fascistas?
Para la burguesía, como decimos, lo importante
y decisivo no son las formas, sino que el Régimen político les sirva para
mantenerse ellos como clase al frente de la propiedad de las grandes empresas,
de los bancos y de las grandes extensiones de la tierra. Y el régimen político
es importante para la burguesía en la medida en que le permita controlar y
evitar que, en la lucha de la clase, los trabajadores no cuestionen sus posiciones
dominantes. En caso contrario no tienen inconveniente alguno en pasar de
defender una monarquía a una república, una democracia a una dictadura.

Esa visión
practica de la burguesía sobre el asunto es un claro contraste con la actitud estúpida
y cínica de la mayoría de los dirigentes de las organizaciones tradicionales de
la clase trabajadora, los cuales están al frente de organizaciones que fueron
construidas en los procesos de luchas de la clase obrera para llevar a cabo y
cumplir con la tarea histórica de la transformación socialista de la sociedad,
pero cuyos dirigentes en el contexto de las condiciones objetivas cambiantes
bajo el capitalismo y como fruto también de la enormes presiones de la
burguesía sobre esas direcciones, sufrieron un claro proceso de degeneración
política y burocrática, acabando por aceptar "como el único sistema social
posible al propio capitalismo. Es por ello, que aun los que podríamos llamar
más ingenuos y sinceros, estos convertidos en reformistas de izquierdas se
limitan a defender en los mejores de los casos políticas de luchas por reformas
dentro de los limites de existencia del capitalismo, limites cada vez más
estrechos y que finalmente los obligan a aceptar todas las consecuencias
lógicas que se derivan de una política que no cuestiona la dominación de la
burguesía sobre el conjunto de la sociedad.
Es así del porque la burguesía española en
abril de 1931 estuvo dispuesta a sacrificar y hacer caer la monarquía de los
borbones y su sustitución por la II República, que tenía un carácter burgués,
que no cuestionaba en absoluto que los mismos que habían controlado la sociedad
bajo Alfonso XIII, continuaran controlándola bajo los gobiernos republicanos.
Para la burguesía se trataba de cambiar los collares, para que los perros
continuaran siendo los mismos.
Sin embargo, el significado para las masas,
para los trabajadores y los jornaleros, era diametralmente contrario. El
significado de la II República en la mente de las masas no era otra cosa que
poner fin al atraso secular d capitalismo español, logrando CONSTRUIR UN
CAPITALISMO AVANZADO CAPAZ DE PODER COMPETIR EN EL MERCADO MUNDIAL, MEDIANTE LA
CREACION DE UN TEJIDO INDUSTRIAL Y LA CONSTRUCCION DE VIAS DE TRANSPORTES
MODERNAS; CREACION DE EMPLEOS, CONDICIONES DE TRABAJO Y SALARIALES DIGNAS, UNAS
CONDICIONES DE VIDA DIGNAS, SANIDAD PUBLICA, SEPARACION DEL ESTADO-IGLESIA
(acabando con los privilegios, el poder económico e
ideológico del clero), ACCESO PARA LA
MAYORIA A UNA EDUCACION PUBLICA, UNA
GENUINA REFORMA AGRARIA (que provocara de una vez la destrucción de la propiedad
feudal y permitiera el nacimiento de una clase de pequeños propietarios
agrícolas),…
En definitiva, el nacimiento de la II Republica
era visto como una oportunidad histórica de comenzar de una vez por todas con la
implantación en la práctica de las tareas propias de la revolución democrático
burguesa, que la burguesía española, emparentada por mil lazos visibles e
invisibles con todo lo más reaccionario y podrido de la sociedad (la
nobleza, los terratenientes y la jerarquía de la Iglesia católica), jamás había
llevado a cabo.
Era este prisma, desde el principio, el que
predomino y bajo el cual se movieron los dirigentes socialistas:
simplemente se limitarían a intentar cumplir ellos con las tareas propias de la
revolución democrático burguesa. Y para ellos la proclamación de la II
República era esa oportunidad de llevar a cabo las transformaciones
democráticas que en el pasado la burguesía se había mostrado incapaz de
realizar, manteniendo en pie los restos del antiguo sistema feudal, los cuales
habían sido barridos de la faz de la tierra por la ascendente burguesía en Inglaterra
y Francia durante los siglos XVII y XVIII.
Estos dirigentes socialistas declararon apresuradamente:
"Esto es la revolución francesa hecha al revés; aquí quienes han abolido el régimen señorial e implantado el capitalismo en el campo han sido los propios señores, aunque naturalmente en su provecho (...) Así se puede explicar lo que con el esquema francés resulta de la cuestión nacional, concediendo la autonomía necesaria a Catalunya, Euskadi y Galicia, e integrando al nacionalismo en la tarea de la construcción del Estado; la creación de un cuerpo jurídico que velara por las libertades públicas, de reunión, expresión y organización, sin las cuales sería imposible dar al régimen su apariencia democrática".
Pero
esta idea inicial de los llamados dirigentes socialistas suponía desde el
principio una clara claudicación de los reformistas de derechas, que eran los
que dominaban al PSOE y a la UGT en aquellos momentos, ante la burguesía
española. El significado practico de estas ideas era poner desde el comienzo al
proletariado y a su dirección en las luchas bajo la subordinación de la burguesía,
renunciar a la lucha por la transformación radical en términos socialistas de
la sociedad y por tanto ceder todo el protagonismo a los burgueses llamados "radicales
y republicanos".
Aquí
tenemos en el terreno de la practica la aplicación de la teoría de la
"revolución por etapas", que siempre obtuvo nefastas consecuencias para los
intereses de la clase obrera. Los dirigentes reformistas de derechas del PSOE
decían estar "asegurando el triunfo de la burguesía democrática, es decir de
los republicanos, para que se crearan las condiciones de un largo período de
desarrollo capitalista, que permitiría fortalecer a las organizaciones obreras
y su poder dentro de las instituciones políticas y económicas del nuevo régimen
(el parlamento, los ayuntamientos, los tribunales, las cooperativas, las
propias empresas...)". Entonces y solo
entonces, decían, se podría plantar la lucha por el socialismo.
Desde
luego estas ideas no eran ni originales, mucho menos nuevas. Eran la
continuación de las podridas políticas originales de los dirigentes reformistas
de la Segunda Internacional, las que provocaron la claudicación antes sus
respectivas burguesías nacionales, de los dirigentes Socialdemócratas en el
comienzo y desarrollo de la I Guerra Mundial, las ideas que llevó a la
bancarrota política a la Internacional como instrumento de lucha por el
socialismo. Estas fueron las políticas de colaboración de clase con la
burguesía que fueron combatidas enérgicamente por el ala marxista
internacionalista, comenzando por Rosa Luxemburgo en Alemania y por Lenin y
Trotsky en Rusia.
La
burguesía española entró siempre tarde a la escena de la historia: siempre se
mostró como una clase débil e incapaz de cumplir sus tareas históricas en el desarrollo
de la sociedad. Desde siempre la burguesía española unió su destino e intereses
de clase a todos los viejos poderes establecidos. En ningún momento realizó, ni
intento hacerlo, un movimiento revolucionario para acabar con los restos del
feudalismo y establecer su dominio como clase dominante, como si hizo la burguesía
en Gran Bretaña o en Francia. Siempre recurrió a constantes acuerdos, al objeto
de compartir beneficios, con la viejas y reaccionarias clases nobiliarias y con
los viejos propietarios terratenientes.
Desde
un punto de vista marxista el plantear el asunto tal y como lo planteaban los
dirigentes reformistas era absolutamente falso y solo podía traer un desastre
político a los intereses de la clase trabajadora española. La confianza de los
reformistas en que la burguesía pudiese cumplir su misión histórica, ya en 1931
carecía de cualquier base objetiva en la que apoyarse en la realidad. De hecho,
los intentos de la burguesía española, con sus intentonas "liberales" en los
años 1812, 1820, 1843, 1854, 1868 y 1873, habían dejado a las claras su
absoluta incapacidad para cumplir con sus tareas históricas.
Consciente de las históricas
tradiciones revolucionarias de la clase obrera española, la burguesía siempre
sintió un enorme temor a cualquier movimiento y acción independiente de las
masas. Por sus estrechos lazos que los unían de mil formas a la vieja nobleza y
a los terratenientes, una y otra vez vimos en los momentos decisivos a la
burguesía echarse en los brazos de la reacción, para combatir a las masas. Y
cada vez que ello ocurría, el régimen burgués lo que hacía era fortalecer al
mismo tiempo a sus aliados: la nobleza y los terratenientes. En cada ocasión
veíamos como el campesinado era despojado de mas y mas tierras, que iban a
parar a manos de los grandes terratenientes, lo cual fue un proceso ininterrumpido
en todo el siglo XIX.
En ello hunde sus raíces históricas
del gran significado de los movimientos de lucha y revolución del movimiento
jornalero en España, condenado a vivir sin tierras y dependiente de poder
trabajar con sus manos las tierras de los grandes señoritos del campo, muy
especialmente en regiones como Andalucía y Extremadura. El asunto de la
necesaria Reforma Agraria, que procediera a repartir las tierras de los grandes
terratenientes entre los jornaleros y campesinos pobres se convertido así en
una de las cuestiones centrales para la II República. El problema central de la
tierra hizo que constantemente viéramos movimientos de agitación social y
finalmente el motivo por el cual millones de campesinos perdieron su confianza
en la Republica, que fruto absolutamente todas sus esperanzas.

Desde siempre la clase dominante
española tuvo un carácter rentista, muy vinculado a los llamados "empréstitos"
que le realizaban a la Hacienda pública. Este carácter lejos de acabarse con la
perdida de las colonias de "ultramar", se fortaleció. Como verdadera clase
dominante parasita, la burguesía sentó las bases del capitalismo español en la
agricultura, a la que dio un carácter de "producción extensiva basada en
grandes propiedades", al tiempo que ello significaba una permanente
"expropiación y sobreexplotación de las masas campesinas". El bajo desarrollo
técnico de la agricultura española era compensado con la existencia de una
amplia masa de jornaleros, como mano de obra barata, que, sobre la base de una
permanente sobreexplotación, con jornadas de trabajo de "sol a sol", con
salarios de miseria, garantizaban extraordinarios beneficios para los
terratenientes y sus socios burgueses. Simultáneamente los pequeños
propietarios de tierras, encadenados a tener que pagar "prestamos usureros
permanentemente", junto a técnicas de cultivos muy atrasadas, eran condenados
igualmente a una existencia de miseria.
Por otra parte, la burguesía
industrial española nunca destaco por su interese en desarrollar sus empresas.
Absolutamente vinculados a la propiedad en el territorio y sobre todo muy
acostumbrados a "comprar bonos de la deuda pública", de lo cual obtenían suculentos
beneficios, jamás mostraron ningún interés en invertir en la modernización de
sus empresas, en inversiones en capital fijo, absolutamente necesario para el
desarrollo de las Fuerzas productivas que España necesitaba para salir de su
histórico atraso, cuando además estaban acostumbrados a obtener enormes
beneficios del capital variable, del salario no pagado a los trabajadores, la
plusvalía.
Las únicas excepciones se producían
en el Norte y en el Noroeste del Estado español, en donde se produjo un claro
desarrollo de la industria Siderúrgica, de la Construcción Naval y de la
producción de Maquinaria-Herramientas, que en un proceso largo permitió la
creación de un poderoso proletariado en estas regiones, a partir de las dos
primeras décadas del siglo XX.
Es claro que toda esta configuración
del desarrollo del capitalismo español, que como decimos siempre se caracterizo
por su secular atraso, permitió la entrada en el Estado español de capitales
extranjeros, principalmente de Francia e Inglaterra y que crearon verdaderos
sectores monopolizados por el capital extranjero. Ejemplo de ello fueron la
Minería del Hierro, del Cobre, del Plomo, …
En este sentido, de nuevo vemos aquí la concreción de una de las leyes de la Revolución Permanente, la ley del Desarrollo Desigual y Combinado: perviven formas de propiedad y de explotación heredadas del pasado feudal, las cuales eran predominantes en las regiones sobre todo agrarias, al tiempo que conviven con formas de producción industrial capitalista avanzadas, a gran escala, concentradas en zonas y regiones concretas, como en el Estado español era, y es, el caso de Catalunya, Euskadi, Asturias, Madrid y otras zonas, lo cual provoco el desarrollo de grandes centros urbanos y el nacimiento de un gran y poderoso proletariado.
Evidentemente Trotsky comprendió a
la perfección, como casi ningún otro, estas características del proceso de la
revolución española, que el comenzó a analizar desde el año 1930, porque en el
Estado español, como antes había ocurrido durante la revolución rusa de 1917,
la burguesía española como clase formaba un bloque con el régimen monárquico,
como en Rusia la burguesía lo había formado con el zarismo.
En los escritos sobre La Revolución
española de Trotsky se hace una y otra vez insistencia en la idea central de
los marxistas, de que la burguesía nacional española tenia, tiene en nuestros
días también, un carácter totalmente contrarrevolucionario y que jamás será
capaz de jugar un papel de liderar la lucha por las demandas democráticas. Ello
fue confirmado por la revolución rusa de 1905 y de 1917, y fue brillantemente
demostrado una vez más por la revolución española de los años treinta. Es
precisamente la base de este análisis el que permite a los marxistas
revolucionarios afirmar "que solo la clase obrera podría, y puede, ser la que
lleve adelante la completa liquidación de los restos del viejo régimen
socialista, uniendo a su programa la lucha por las reivindicaciones de tareas
democráticas, a la propia lucha por la transformación socialista de la
sociedad".
Puedes estar de acuerdo o no con las
ideas del socialismo científico. Pero toda la experiencia histórica muestra que
la lucha por solucionar los problemas fundamentales de las masas en la
sociedad, las conquistas democráticas, la realización practica de una verdadera
Reforma Agraria (que era una cuestión insoluble en la sociedad rusa en 1917, en
el Estado español en 1931 y lo es hoy en día en Colombia y la mayoría de los
países de Latinoamérica, por ejemplo), la solución a los problemas de las
nacionalidades oprimidas (o Cuestión Nacional como llamamos los marxistas), la
mejora fundamental de las condiciones de vida de las masas,… son todo ello
asuntos incompatibles con el mantenimiento y existencia del capitalismo.
Le gustara o no a Aleksandr Fiódorovich Kérenski (Gobierno
Provisional ruso tras febrero 1917), a Manuel Azaña
o Juan Negrín López
(Presidentes de la II Republica española años 30), o le guste hoy en día a Pedro
Sánchez (Presidente español), Luiz
Inácio Lula da Silva (Presidente brasileño), Andrés Manuel López Obrador (Presidente
mexicano) o a Gustavo Petro (Presidente colombiano),
la realidad es tozuda y concreta: Las
solución de las tareas democráticas implicaban e implican la necesidad de
abordar por parte de la clase trabajadora la expropiación de la burguesía
nacional y de sus aliados internos y externos (los terratenientes y el capital imperialista);
y es de esta forma como las reivindicaciones democráticas se ligaban y ligan,
de forma inevitable, a las tareas de la revolución socialista, que debe
encabezar el proletariado, al frente de las masas de los campesinos pobres y los jornaleros.
14 DE ABRIL 1931: LAS ESTRUCTURAS DE CLASES
En
aquel periodo, una diferencia fundamental con el periodo actual, como muestra
del atraso histórico del capitalismo español, la agricultura tenía en España
una posición predominante en la economía: el sector agrario aportaba el 50% de
la renta y suponía dos terceras partes del conjunto de las exportaciones. Ello
significaba que el 70% de la población vivía en el medio rural, una gran
mayoría en verdaderas condiciones penosas, que se veían afectadas de forma
periódica por hambrunas, sobre todo entre cosechas y cosechas.
En
términos generales las tierras estaban concentradas en grandes y medianos
propietarios, que poseían dos tercios del total de las tierras cultivables. En
este sentido, para comprender el fondo de esta problemática, algunos datos: en
el sur de España el 75% de la población tenía el 4,7% de la tierra, mientras un
2% poseían el 70%. Las grandes fincas de más de cien hectáreas, ocupaban casi
diez millones de hectáreas. Esto significaba que más de 2 millones de
Jornaleros en Andalucía, en Extremadura y en Castilla-La Mancha estaban sin
trabajo, como mínimo, entre 90 a 150 días cada año, obligados a malvivir, tras
ser sometidos el resto del tiempo a condiciones de brutales condiciones de
sobreexplotación laboral por los terratenientes.
Los burgueses en
la práctica no tenían intereses contrarios a los de los grandes terratenientes,
por el hecho central de que en muchos casos el burgués y el terrateniente era
la misma persona o familiares directos. La realidad concreta era que el capital
industrial, el financiero y los propietarios de las tierras estaba muy
concentrado, en no más de 100 FAMILIAS. Estas familias eran los dueños y
señores de las empresas, los bancos y las grandes fincas agrícolas. Por su
parte, el capital extranjero había penetrado a su antojo, de forma extensa, en
terrenos fundamentales de la economía española, los cuales dominaban por
sectores productivos al completo, con el único y exclusivo objetivo de obtener
suculentos beneficios privados.
Entre
los fieles aliados de la clase dominante española siempre se encontró el
ejército y el clero. El gobierno hizo una encuesta en 1931 y de los datos
obtenidos se confirmaba cual era el poder real de la Iglesia católica en
España, el clero: existía un verdadero ejército de sotanas, compuesto por 35.000
sacerdotes; 36.569 frailes y 8.396 monjas. Todos ellos vivían en nada menos
que en 2.919 Conventos y en 763 Monasterios. En 1930 existían un total de personas con la
calificación profesional de "Clero y Culto" de 136.181.
La
ligazón de la Iglesia con el Estado era plena, por lo cual mantener todo este
verdadero ejercito suponía dedicar a ello una parte muy importante de la
Plusvalía que se extraía a la clase obrera y a los Jornaleros. De hecho, la
Iglesia actuaba en la practica como un verdadero poder económico en la sociedad
española y según cifras oficiales del Ministerio de Justicia en 1931, la
Iglesia tenia en su poder más de 11.921 fincas rurales, más de 7.828 urbanas y otras
4.192 censadas, además de ejercer un control absoluto sobre los centros educativos, en su mayoría propiedad de ellos. Esta realidad objetiva significaba en la práctica que para
millones de personas en España el significado real de la Iglesia era
condenarlos a una existencia de vida terrenal llena de miseria y penalidades.
Esta situación hay que complementarla con la existente en el Ejercito, autentico baluarte armado en defensa de la propiedad privada y el mantenimiento de la burguesía como clase dominante. Oficialmente el ejército español estaba formado por 198 Generales, 16.926 jefes y Oficiales, y nada menos que 105.000 soldados rasos. La burguesía española estaba bien acostumbrada a seleccionar a los oficiales de una forma meticulosa y procedentes de los medios monárquicos y burgueses. Como señaló Trotsky,
"Los oficiales, el ejército, jugo siempre un papel protagonista en todos los acontecimientos políticos de importancia en España desde el siglo XIX, después de la guerra contra Napoleón".
"Surgió en España una nueva fuerza: la oficialidad metida en política, nueva generación de las clases dominantes, heredera de la ruina del gran imperio y, en gran medida, desclasada. En el país del particularismo y el separatismo, el ejército ha tomado, por la fuerza de las cosas, una importancia enorme como fuerza de centralización. Se ha convertido no sólo en el apoyo de la monarquía, sino también en el organizador del descontento de todas las fracciones de las clases dominantes y, ante todo, de su propio descontento".
En
contraposición de todo ello, la clase trabajadora, que apenas contaba con
numero de unos tres millones en todo el país, desde muy al principio de su
existencia como clase, había dado claras muestras de sus tradiciones de lucha y
construido potentes organizaciones de clase, especialmente de la CNT, la
central sindical anarcosindicalista que agrupaba al sector decisivo del
proletariado revolucionario, al igual que posteriormente el PSOE y la UGT
socialistas.
Las "reformas" del gobierno republicano-socialista
Como
decíamos más arriba, uno de los mayores "mitos" actuales, de los más repetidos
por los pretendidos historiadores "progresistas", es siempre sobreestimar los
"esfuerzos reformadores de la II República y en concreto tanto de su primer
gobierno de coalición de los republicanos con los socialistas, salido de las
elecciones de junio de 1931, al igual que con el surgido de las elecciones de
1936, el gobierno del Frente Popular.
Pero la auténtica verdad es que sus intentos de poner en práctica sus
promesas electorales, desde el principio se dio de frente contra la realidad
del capitalismo español. Podemos ver varios ejemplos de ello.
- La prometida depuración del ejército de elementos monárquicos y reaccionarios, contrarios al nuevo régimen, quedo en puro papel mojado. El gobierno "republicano-socialista" planteo la posibilidad de retiros voluntarios de los Mandos que no querían acatar y prometer fidelidad a la República, GARANTIZANDOLES UNA PAGA DE POR VIDA. Pero la realidad es que la mayoría de los oficiales de carrera, plenamente vinculados a la dictadura de Primo de Rivera y a la Monarquía alfonsina, con un claro perfil reaccionario a sus espaldas, continuaron todos ellos en sus puestos.
- El gobierno 'republicano-socialista' dejo intacta a la odiada y reaccionaria Institución de la Guardia Civil, en vez de proceder como fuera sido lo lógico a su disolución, permitiendo que jugaran en los siguientes años un claro papel reaccionario y represivo en todos los conflictos de los jornaleros y del movimiento obrero.
- Las tímidas medidas que el gobierno republicano tomo contra el poder de la Iglesia quedaron reducidas a la nada posteriormente. Los gobiernos republicanos del "bienio negro" (la CEDA) restablecieron toda la influencia eclesial, anulando de facto todo lo que hubiera podido afectarle por los decretos del gobierno republicano-socialista.
- El poder económico de la Iglesia, la supresión del Presupuesto estatal dedicado a financiar las actividades de culto y los límites a su monopolio de la educación, todo ello temas que tenían que quedar contemplados en una nueva Constitución Republicana, nunca vieron la luz. Alcalá Zamora, presidente del gobierno, de extracción burguesa, al igual que Miguel Maura, presentaron sus dimisiones en señal de protesta ante lo que consideraban ataques injustificados contra la Iglesia Católica. Esto era un claro e inequívoco boicot contra cualquier reforma progresista que afectara a la estructura política del país, que sin embargo no impido que los dirigentes socialistas apoyaran en diciembre de 1931 a Niceto Alcalá Zamora, nuevamente, como presidente de la República.
- Como decíamos, el asunto de la Reforma Agraria era un aspecto clave en toda la situación. Por ello era necesario, imprescindible, afrontar el asunto a fondo, con total rotundidad. A priori cualquier intento serio de tomar medidas en beneficio de los jornaleros con la 'reforma agraria', que supusiera socavar el poder de los terratenientes, iba a contar con la clara oposición de la burguesía.
El gobierno 'republicano-socialista' aprobó en 1932 una Ley que establecía genéricamente la creación de un 'Instituto de Reforma Agraria', encargado de realizar un censo de tierras que podrían estar sujetas a ser expropiadas MEDIANTE EL PAGO DE UNA INDEMNIZACION, tomando como base la declaración que realizaran los propietarios. Ello era una clara claudicación del gobierno en favor de los terratenientes, acostumbrados a realizar constantes fraudes, los cuales ahora utilizarían a mayor escala con este método aprobado desde el gobierno.
- El gobierno aprobó una política de créditos para la 'Reforma Agraria' que aprobó, créditos que procederían del Banco Agrario Nacional, al cual dotaron inicialmente de un capital de cincuenta (50) millones de pesetas y cuya administración estaría no en manos de los jornaleros y sus organizaciones, sino de los representantes del Banco de España, del Banco Hipotecario, del Cuerpo Superior Bancario y del Banco Exterior de España. Es decir, daban el poder de decisión no a los jornaleros, sino a los representantes del Capital financiero, cuyos intereses estaban estrechamente ligados a los de los terratenientes.
- Por añadidura, el gobierno en su Ley olvido el problema de los "minifundios", los cuales hacían vivir en condiciones miserables a más de un millón y medio de familias campesinas, sobre todo en Castilla la Vieja, en Galicia y en otras zonas del país. Igualmente, la Ley del gobierno tampoco encaró el problema de los arrendamientos de tierras, que igualmente tenía en condiciones casi de esclavización a cientos de miles de pequeños campesinos, prisioneros del pago de esos arriendos a los grandes propietarios.
- No es posible calificar de otra forma como de fracaso total la "Reforma Agraria" planteada por el gobierno republicano. Oficialmente a fecha del 31 de diciembre de 1933, el Instituto aprobado por el gobierno había distribuido la ridícula cifra de 110.956 hectáreas.
Esta cifra es ridícula en un contexto en donde teníamos 11.168 fincas con más de 250 hectáreas y que ocupaban una extensión superior a las 6.892.000 hectáreas. Sólo cien nobles disponían de un total de 577.146 hectáreas, y esas propiedades, dos años después, continuaban intactas. Podemos afirmar que lo aprobado por el gobierno era un mal chiste, pues los terratenientes continuaban controlando el campo a su capricho y antojo.
- En cuanto a los derechos democráticos las cosas no fueron mucho mejor. Todas las promesas de que iban a poner fin a todas las leyes reaccionarias que se habían heredado de la monarquía acabaron en saco roto. La lucha por la libertad de expresión, de organización, reunión y huelga es algo no banal, sino imprescindible para conseguir hacer avanzar a la sociedad. Todo ello había sido fundamental para ganar el apoyo con su participación activa de las masas en la lucha por la Republica. No había, ni hay, otra vía que la participación consciente de las masas en la toma de decisiones sobre su propio futuro.
Sin embargo, pronto se pudo comprobar que el gobierno 'republicano-socialista' no estaba dispuesto, porque había cedido en casi todo a las presiones de la burguesía, a llevar adelante un plan audaz de garantizar los derechos democráticos de las masas.
El derecho a huelga continúo regulado por una Ley de 1909, que solo se modificó parcialmente con un Decreto el 27 de noviembre de 1931. Este Decreto continúo limitando de una forma sería el derecho de huelga, porque establecía la figura de los "Jurados Mixtos", que sustituyeron a los existentes "Comités Paritarios", que fueron creados por la dictadura de Primo de Rivera, para "conciliar antes de poder declarar una huelga".
- En todo este contexto vimos un claro aumento del número de huelgas y luchas de ocupación de fincas por parte de los Jornaleros. Ante ello, el gobierno aprobó el 21 de octubre de 1931 la llamada "Ley de Defensa de la República", en cuyo texto se incluyó "la prohibición de difundir noticias que perturbaran el orden público y la buena reputación, denigrar las instituciones públicas, rehusar irracionalmente trabajar y promover huelgas que no hubieran seguido el procedimiento del arbitraje".
En el terreno concreto de la práctica esta Ley se convertido en un arma en manos de la burguesía en contra de lo que ellos calificaban como "huelgas políticas". Con esta Ley en la mano, los mandos de la Guardia Civil se emplearon a fondo en reprimir salvajemente al movimiento obrero, sobre todo en el campo andaluz.
Posteriormente, en manos del gobierno de la derecha a partir de 1933, esta Ley fue utilizada para reprimir con autentico salvajismo al movimiento revolucionario español, muy especialmente en los acontecimientos revolucionarios de la Comunica de Asturias en 1934.
- La Constitución republicana que fue aprobada el 9 de diciembre ya indicaba síntomas claros propios de un régimen presidencialista.
Entre las atribuciones que se le conferían al presidente de la Republica estaba el poder LEGISLAR POR DECRETOS JUNTO AL GOBIERNO, MIENTRAS NO SE ENCONTRARAN REUNIDAS LAS CORTES.
- Igualmente, se le otorgaba al presidente la CAPACIDAD PARA PODER SUSPENDER SESIONES ORDINARIAS EN LA LEGISLATURA, POR UN PERIODO DE HASTA UN MES, al igual que la facultad de PODER DISOLVER LAS CORTES HASTA EN DOS OCASIONES EN UN MANDATO PRESIDENCIAL.
Sin ninguna duda, todas estas salvaguardas y facultades especiales del presidente tenían por objeto el salvaguardar los intereses vitales de la clase dominante, sobre todo en el caso de que considerasen que los trabajadores estaban desbordando los límites de las "instituciones democráticas del capitalismo".
- Respecto a otro asunto crucial referente a los derechos democráticos, en relación a las Colonias y las nacionalidades oprimidas dentro del Estado español, vimos una nueva y clara renuncia a luchar por resolver estos problemas históricos, con una clara renuncia y negativa del gobierno 'republicano-socialista' a garantizar estos elementales derechos democráticos nacionales básicos.
Es cierto que el gobierno concedió a Catalunya una autonomía, muy restringida y limitada, pero se negó a concedérsela a Euskadi, a la que negó su Estatuto alegando que el nacionalismo vasco era de carácter reaccionario. El gobierno republicano-socialista negaron el derecho democrático a la autodeterminación de las nacionalidades históricas, tal y como hizo siempre la monarquía y en el caso concreto e importante de Marruecos, el gobierno 'republicano-socialista' mantuvo una posición imperialista, que llevo a la república a enfrentarse al movimiento independentista en Marruecos, que finalmente a cabo apoyando el levantamiento militar de Franco.
La II República se enfrenta a la clase obrera
El
gobierno de los 'republicanos-socialistas' mostro una absoluta incapacidad para
satisfacer las demandas de tierra, empleo y buenos salarios, que como hemos
explicado eran reivindicaciones absolutamente incompatibles con seguir
manteniendo las estructuras de propiedad capitalistas. Ello llevo,
paulatinamente a un constante y violento choque, enfrentamiento en términos de
clase, entre el gobierno con el proletariado urbano y el movimiento jornalero.
Vimos
como estos que siempre presumen de "demócratas", los reformistas de aquella
época que no son muy diferentes a los de este periodo, se emplearon a fondo en
reprimir las luchas de la clase obrera y de los jornaleros. Los escenarios
sangrientos están inscritos en la heroica memoria histórica de nuestra clase: Castellar
de Santiago, Castilblanco, Arnedo, Casas Viejas, Espera, Yeste...
En
todos estos acontecimientos vimos cómo el gobierno "democrático de la
república" utilizó los "Guardias de Asalto" y a la "Guardia Civil" para
defender en todos los casos, con ordenes gubernamentales, la PROPIEDAD DE LOS
TERRATENIENTES, ASESINANDO A DECENAS DE JORNALEROS Y CAMPESINOS POBRES.
En
los dos primeros años de la república aumentaron las huelgas obreras, que
crearon un ambiente cada vez más generalizado de frustración y desilusión
política en las masas. Todas las
ilusiones y esperanzas iniciales en la República que depositaron las masas
fueron frustradas por los ministros socialistas, de los cuales esperaban
políticas progresistas que permitieran abrir vías de esperanza en el futuro.
Todas esas esperanzas fueron frustradas y junto a la desilusión en las masas se
instaló una acumulación enorme de cabreo, rabia e indignación.
Por
todo el país se extendieron las huelgas generales: Granada, Málaga, Pasajes, Telefónica,
y la huelga general de los mineros en Asturias. En todos estos conflictos
siempre veíamos el mismo resultado: cuando la lucha lograba obtener cualquier
avance, cualquier mejora, cualquier subida de salarios, para los trabajadores,
esta luego era contestada por la Patronal negándose a aplicarla y junto a ello
la represión gubernamental del movimiento de lucha.
Los
reaccionarios intentaron, prematuramente, levantar cabeza en agosto de 1932,
con un intento de Golpe de Estado por parte del General Sanjurjo. Ello fracaso,
pero era indicativo de que la reacción intentaba estudiar las opciones de una
opción similar a la política que estaban desarrollando los nazis en Alemania.
En
noviembre de 1933 el presidente de la República disolvió las Cortes,
convocándose nuevas elecciones, en donde la reacción esperaba recuperar gran
parte del terreno que había perdido el 14 de abril de 1931. La reacción
confiaba en el giro que se había y estaba produciendo hacia la derecha de as
capas medias urbanas y de los sectores más atrasados del campesinado. La
reacción española, semi-escondida ante el avance previo de las masas españolas,
se había dedicado a estudiar a fondo los métodos del ascenso de los fascistas
en Europa.
Como
tantas veces hemos visto en la historia, las políticas "realistas de los
reformistas de derechas" sirven para crear el desánimo y la apatía entre las
masas, preparando la alfombra al triunfo de la derecha y de la reacción. Esto
fue lo que ocurrió con el primer gobierno de la II República española, el
gobierno de colaboración de clases entre los 'republicanos y socialistas'.
En
las elecciones de noviembre de 1933, aunque por una mínima diferencia de unos
cuantos miles de votos, las elecciones fueron ganadas por los republicanos de
derechas de Lerroux, junto a la Confederación Española de Derechas Autónomas
(CEDA), de los fascistas de Gil Robles, que se hicieron con una mayoría en el
Parlamento. Este triunfo electoral de la reacción fue inmediatamente utilizado
por la burguesía para realizar un amplio trabajo contrarrevolucionario:
endurecieron la legislación laboral, aumentaron la represión contra el
movimiento huelguístico y, en resumen, fortalecieron el poder de los grandes
empresarios y de los terratenientes.
Bajo
el gobierno de la derecha la burguesía adopto las medidas que veía necesarias
para intentar contener el avance de las luchas, movilizaciones y huelgas del
movimiento obrero y jornalero. Utilizando el marco parlamentario para imponer
una dictadura reaccionaria siguiendo los pasos que utilizó Hitler en 1933 y
Dolffuss en 1934.
Pero
todos estos acontecimientos tenían también otra expresión en su polo opuesto.
Estaba sirviendo para provocar una mayor aceleración de la radicalización de
las masas y estaban provocando un giro inicial hacia la izquierda en el seno de
las organizaciones socialistas.
Comenzaron a formarse las
ALIANZAS OBRERAS, que no significaban otra cosa que embriones de FRENTE UNICO
PROLETARIO, que estaban suponiendo todo un ejemplo único en la Europa de los
años treinta. En el momento en el que suena con fuerza que los fascistas de la
CEDA van a entrar al gobierno de Lerroux provoco
de forma súbita, brusca y repentina el estallido social revolucionario,
desatando la INSURRECCION DE OCTUBRE DEL 34 EN ASTURIAS.

Podemos
concluir que, sin el proceso de levantamiento revolucionario del proletariado
asturiano, es bastante probable que la burguesía española hubiera culminado con
éxito imponer un Estado de tipo fascista, utilizando para ello toda la
maquinaria del parlamentarismo burgués. En la lucha revolucionaria de las masas
asturianas en octubre de 1934 se aprecia claramente la radicalización de las
masas obreras, junto con un extraordinario crecimiento de la conciencia
socialista. La clase obrera española, que había visto como colapsaron las
organizaciones socialistas y comunistas en Alemania y Austria, con el avance
del fascismo, no estaba predispuesta a seguir el mismo camino. Buscaron y
encontraron los métodos y los instrumentos de dirección en la Alianzas Obreras
para impedir esa posibilidad.
El
gobierno reaccionario de la derecha no dudo un segundo en emplear los métodos más
salvajes de represión frente a la Comuna de Asturias. Para ello llamó y utilizó
a los mismos Oficiales del ejército, las mismas manos de los jefes asesinos, que
luego en el periodo del 18 de julio de 1936 dirigirían el golpe de Estado para
derrocar la Republica e instaurar una sangrienta dictadura militar.
La
represión de la Comuna de Asturias costo a la clase obrera asturiana más de dos
mil muertos en los combates, cientos de fusilados, miles de detenidos y torturados,
a los que tenemos que sumar decenas de miles de trabajadores represaliados y
despedidos de sus puestos de trabajo. Las
organizaciones obreras se vieron obligadas a pasar a la clandestinidad y la
burguesía termino por extraer todas las lecciones de aquellos acontecimientos.
Pero
octubre del 34 fue toda una demostración de que la burguesía no tendría fácil
el camino para acabar con el movimiento de luchas de las masas, sobre todo
mediante la utilización de la "represión legal" que les permitía la aplicación
de las leyes republicanas. Para acabar con la resistencia de las masas y poder
aplastar a sus organizaciones la burguesía tendría que imponer "el terror
blanco", aplicándolo hasta el final.
REVOLUCIÓN Y
CONTRARREVOLUCIÓN
La
derecha no lograba dar estabilidad a sus intentos de mantener su gobierno con
estabilidad. Ante ello se vio en la necesidad de disolver las Cortes y convocar
nuevas elecciones, para el 16 de febrero de 1936.
Como
habían demostrado los ejemplos de Alemania y Austria, el fascismo se revelaba
como la opción de la burguesía precisamente porque las formas de la "democracia
parlamentaria" no eran suficientes para garantizar sus ingresos y privilegios.
Por tanto, esta amenaza mortal para el movimiento obrero sólo podía ser
derrotada con el programa de la revolución social.
Trotsky señalo que:
"El régimen fascista ve llegar su turno porque los medios 'normales' militares y policiales de la dictadura burguesa, con su cobertura parlamentaria, no son suficientes para mantener a la sociedad en equilibrio. A través de los agentes del fascismo, el capital pone en movimiento a las masas de la pequeña burguesía irritada y a las bandas del lumpemproletariado, desclasadas y desmoralizadas, a todos esos innumerables seres humanos, a los que el exige al fascismo un trabajo completo: puesto que ha aceptado los métodos de la guerra civil, quiere lograr calma para varios años… la victoria del fascismo conduce a que el capital financiero coja directamente en sus tenazas de acero todos los órganos e instrumentos de dominación, dirección y de educación: el aparato del Estado con el ejército, los municipios, las escuelas, las universidades, la prensa, las organizaciones sindicales, las cooperativas… demanda sobre cualquier otra cosa, el aplastamiento de las organizaciones obreras".
Las
directrices políticas en el seno de la III Internacional habían cambiado a partir del año 1935, en donde la casta burocrática estalinista, con Stalin al frente, dan nuevas instrucciones/ordenes a los distintos PCs. De las tácticas ultraizquierdistas y sectarias del "Tercer Periodo", también
conocido como "Socialfascismo", que se negaban a realizar ninguna politica por las bases con las organizaciones Socialdemócratas, a las cuales identifican como "fascistas", ahora de la noche a la mañana comienzan a defender una criminal política de PLENA COLABORACION DE CLASES CON LA BURGUESIA 'PROGRESISTA' EN TODO EL MUNDO, mediante una política a la que dan el nombre de "FRENTRS POPULARES", o lo que es lo mismo en palabras de Dimitrov, "la
defensa de la democracia burguesa que se había concretado en el VI
Congreso de la Internacional Comunista", en el año 1935.
Evidentemente los dirigentes reformistas de derechas del PSOE y de la UGT, muy especialmente Indalecio Prieto y Julián Besteiro, conectaron y se apuntaron a esa nueva política propuesta por el PCE, al objeto de poder conformar un Frente Popular de cara a las elecciones de febrero. Pero como Trotsky manifestó, "una cosa eran los esquemas políticos de los estalinistas y otra muy diferente la realidad tozuda de la lucha de clases".
El Partido Comunista, fruto de sus políticas ultraizquierdistas y sectarias hasta aquellos momentos, habia comenzado la década de los años 30 con un más que reducido número de militantes, entre 800
o 1.000, en el conjunto del Estado español. Mas tarde aprovecharon la radicalización de las Juventudes Socialistas del PSOE, para unificarlas con las Juventudes Comunistas, de donde lacio la JUVENTUD SOCIALISTA UNIFICADA, controladas por los estalinistas, y ahora siguiendo las nuevas instrucciones de Stalin, de aliarse con la burguesía "democrática" (como si tal cosa existiera en esos momentos, el PCE estalinista comenzo a jugar un papel cada vez más importante, de primer orden, aglutinando
bajo el paraguas del "frente popular" al resto de las organizaciones de la
izquierda y los por ellos llamados "burgueses progresistas y demócratas".
El
Frente Popular en su programa recogía reivindicaciones democráticas importantes,
como la amnistía y la readmisión de los despedidos tras la insurrección del
34, pero al mismo tiempo esta política suponía atar de pies y manos a la clase obrera, a la cual supeditaban en sus intereses a
la voluntad de la "sombra de la burguesía democrática". Los partidos republicanos rechazaron
expresamente cualquier mención a la nacionalización de la tierra y su entrega
gratuita a los campesinos y, por supuesto, a la nacionalización de la banca y
el control obrero en la industria. Igualmente, los representantes burgueses en
el Frente Popular se negaron a establecer un Subsidio de paro para los
trabajadores en desempleo, que los representantes de los partidos de izquierda
habían pedido incluir.

Aun hoy en día se suele justificar las políticas de frentes populares, como las que
vemos en países como Brasil o Colombia, con el argumento pueril de que "es un
mal necesario para evitar que las capas medias giraran hacia la reacción". Es
claro que semejantes argumentos, consciente o inconscientemente, reflejan una
clara incomprensión de la realidad objetiva, en el mejor de los casos, pero sobre todo un sublime desconocimiento de la
genuina y verdadera naturaleza de la lucha de clases, en el pasado y en los momentos actuales, también.
En
los años 30 del siglo pasado no existían salidas intermedias entre la reacción
y la lucha por la transformación socialista de la sociedad. La clase obrera
tenia que tomar el poder real y efectivo de la economía y la sociedad en sus
manos, expropiando la propiedad de los capitalistas, los banqueros y los
terratenientes, al objeto de poder planificar la economía sobre la base de un
Plan de las necesidades sociales, o bien por el contrario la burguesía,
basándose en las capas medias "enloquecidas por la crisis" y el propio ejército
burgués, aplastarían por décadas a la clase obrera y destruiría sus propias
organizaciones tradicionales, sindicales y políticas.
Ello
fue explicado hasta la saciedad por León Trotsky, que por ejemplo escribió en
su folleto ¿A dónde va Francia" (1934) lo siguiente:
"...Los pequeños burgueses desesperados ven ante todo en el fascismo una fuerza combativa contra el gran capital, y creen que, a diferencia de los partidos obreros que trabajan solamente con la lengua, el fascismo utilizará los puños para imponer más 'justicia'. (...) Es falso, tres veces falso, afirmar que en la actualidad la pequeña burguesía no se dirige a los partidos obreros porque teme a las 'medidas extremas'. Por el contrario: la capa inferior de la pequeña burguesía, sus grandes masas no ven en los partidos obreros más que máquinas parlamentarias, no creen en su fuerza, no los creen capaces de luchar, no creen que esta vez estén dispuestos a llegar hasta el final… Para atraer a su lado a la pequeña burguesía, el proletariado debe ganar su confianza… necesita tener un programa de acción claro y estar dispuesto a luchar por el poder por todos los medios posibles…".
En
las elecciones de 1936, el Frente Popular fue apoyado por los trabajadores en todos
los rincones del país, no fundamentalmente por el contenido de su programa,
sino porque las masas veían que la victoria podría suponer una forma más rápida
de lograr sus aspiraciones inmediatas. El triunfo del Frente Popular fue claro
y nítido, hasta tal punto que muchos de los dirigentes reaccionarios, como Lerroux
o Romanones perdieron hasta sus actas de diputados. Pero como paradoja de
la vida, como decíamos, siempre en los Frentes Populares las organizaciones obreras
ponen la militancia y los votos, resultando que son los representantes burgueses los que acaban ocupando los puestos e imponiendo sus políticas. Si miramos de cerca los resultados electorales de 1936 vemos que de los 257 diputados que obtuvo el Frente
Popular, 162 tenían una afiliación 'republicana', o sea burgueses. Era claro y evidente que los partidos
obreros cedieron a los republicanos un protagonismo en las listas electorales que nunca
merecieron.

Pero existían diferencias fundamentales con lo que habia sido el primer gobierno republicano-socialista, Las
masas habían aprendido sobre la base de su propia experiencia y tenían un nivel de conciencia muy superior. Tras la victoria electoral del Frente
Popular las masas no esperaron las "acciones legislativas" en el Parlamento.
Directamente pasaron a la acción directa para imponer sus puntos de vista e
intereses de clase. El primer acto que
llevaron a cabo las masas tras el triunfo electoral del Frente Popular fue
acudir en masa a las cárceles, abriendo las puertas y dejando en libertad a
todos los presos políticos del octubre de 1934, sin esperar a que el nuevo
gobierno procediera a aprobarlo y ordenarlo. Para hacernos una idea mas exacta de la
situación, entre febrero a julio de 1936 hubo 113 huelgas generales, junto a 228
huelgas parciales, en todas las ciudades y pueblos por toda España.
El
ambiente en los centros de trabajo y en la sociedad era cada vez más claramente revolucionario. En las ciudades, los Comités
de Acción de UGT y CNT planificaban las ocupaciones de las fábricas y las
empresas e imponían a los empresarios la readmisión en sus puestos de trabajo
de todos los despedidos, … Al mismo tiempo, la situación en el campo se estaba
desbordando, como escribió Tuñón de Lara: "Los campesinos pasaron rápidamente a
la acción".
Fernando
Claudín, antiguo dirigentes de las Juventudes Comunistas y unos de los
principales líderes de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), junto con dl funesto personaje en el que acabo convertido Santiago Carrillo, tenía que reconocer en 1970, la auténtica naturaleza de
aquellos trascendentales acontecimientos:
"El movimiento huelguístico creció de mes en mes. Se paralizaban fábricas y talleres, andamios y minas; se cerraban comercios. En junio-julio se registró un promedio de diez a veinte huelgas diarias. Hubo días con 400.000 a 450.000 huelguistas. Y el 95% de las huelgas que tuvieron lugar entre febrero y junio de 1936 fueron ganadas por los obreros.
Grandes manifestaciones obreras desfilaban por las calles exigiendo pan, trabajo, tierra, aplastamiento del fascismo y victoria total de la revolución. Se crearon las primeras empresas colectivas. Los mítines congregaban decenas de miles de personas y los obreros aplaudían con entusiasmo a los oradores que anunciaban la hora no lejana del hundimiento del capitalismo y llamaban a "hacer como en Rusia". De las huelgas se pasaba a la ocupación de las empresas cerradas por los propietarios. La ocupación de las calles, de las empresas y de las tierras, la incesante acción huelguista, impulsaban al proletariado urbano y agrícola hacia las formas más elevadas de la lucha política".
Es el propio Fernando Claudín quien afirma que "Entre febrero y julio existe en España, de
hecho, un triple poder. El legal, cuyo poder efectivo es mínimo. El de
los trabajadores, sus partidos y sindicatos, que se manifiesta a la luz del día
de la forma descrita. Y el de la contrarrevolución, que aunque se exterioriza en
los discursos agresivos de sus representantes parlamentarios, en el sabotaje
económico, y en las acciones de los grupos de choque fascista, actúa sobre todo
en el secreto de los cuartos de banderas, preparando minuciosamente el golpe
militar".
Ante
todo ello, estudiando con atención todos aquellos acontecimientos fundamentales
de la España de 1936, tenemos el derecho de preguntar: ¿por qué los partidos y
organizaciones obreras no actuaron de manera concertada y decidida para
aplastar cuando estaban planeándolo el levantamiento militar e impulsaron
firmemente el proceso revolucionario que concluyera con la toma del poder por
parte de la clase obrera y se comenzara la construcción de un genuino gobierno
obrero de transición hacia el socialismo?
En todo caso, con este prologo no pretendemos agotar la cuestión. No hemos entrado en asuntos vitales, como es la política que siguieron los dirigentes anarcosindicalistas de la CNT, los dirigentes del POUM, el surguimiento de las Milicias obreras, el desarrollo de la política de guerra, en la que desde el principio los dirigentes estalinistas defendieron la consigna de "primero ganar la guerra y después la revolución,... En todo caso, el libro que aquí recomendamos leer atentamente sobre los "Escritos" de Trotsky, que publicamos en nuestro apartado de Biblioteca, con toda seguridad servirá para ampliar todos estos aspectos y asuntos.
Otros libros de autores marxistas igualmente podrán servir para que ampliemos nuestra visión sobre todo aquel periodo histórico, cuyas enseñanzas serán vitales para encarar los acontecimientos que viviremos en este próximo periodo histórico de decadencia absoluta del capitalismo mundial. Desde aquí animar a las compañeras y compañeros a formarse teóricamente en las lecciones de las principales luchas de la clase obrera internacional, de las cuales las protagonizadas en el Estado español tienen una decisiva importancia.
Pero si nos queda meridianamente clara una cuestión central: Si las direcciones del PSOE o del PCE hubieran tenido un programa y una política marxista, genuinamente socialista, habrían contado con el apoyo unánime de la clase obrera y los jornaleros, de la aplastante mayoría de la población oprimida por el capitalismo, se hubiera conjurado el aplastamiento y la amenaza del fascismo y la clase obrera no hubiera tenido demasiadas dificultades en construir un gobierno obrero, que hubiera puesto la economía y a la sociedad en línea a construir una sociedad socialista, que hubiera evitado 40 años de atroces horrores a la clase obrera y jornalera española y que posiblemente hubiera evitado el desarrollo de la II Guerra Mundial.
Hoy por hoy continua plenamente vigente la tarea de construir esa dirección marxista revolucionaria, que es una tarea central de primer orden, que tenemos por delante en estos momentos. Ello debe ser visto como prioritario por parte de toda la clase trabajadora y la juventud, comenzando por los sectores mas conscientes de nuestra clase. Necesitamos un gran movimiento revolucionario que transforme el mundo.
Como explico claramente Lenin, "Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario".
¡¡ Únete a nosotros y ayudanos a construir la dirección marxista que necesita la clase obrera para luchar con éxito para cambiar la sociedad española y mundial !!
Por José Miguel Gándara Carretero
Descarga en forma gratuita el Tomo 1 de la monumental obra de León Trotsky
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